Los Llanos de Cáceres se extienden por la mitad meridional de la provincia, desde las comarcas de Alcántara y Brozas hasta Trujillo y Torrecillas de la Tiesa, con la ciudad de Cáceres en el centro. Se trata de uno de los últimos ecosistemas de llanura, conocidos como pseudoesteparios, en buenas condiciones de conservación en Europa.

Sin duda es uno de los espacios naturales extremeños más influidos por la acción humana, puesto que su situación actual es el resultado de la explotación agrícola y ganadera de estas tierras. Así en ellas ha desaparecido casi por completo la vegetación original de la que sólo quedan como testigos algunos retazos de encinar.

En su lugar nos encontramos con grandes extensiones desarboladas de formaciones herbosas seminaturales (con presencia dominante de gramíneas) dedicadas tradicionalmente al cultivo de cereales y al pastoreo. De otoño a primavera, el ganado se alimenta en los posíos o pastizales y después de la cosecha aprovecha los rastrojos. Este sistema de explotación agropecuaria ha modelado, a través de los siglos, el paisaje típico de los Llanos de Cáceres, que constituye un hábitat seminatural de excepcional importancia a nivel mundial.

La alternancia de cultivos de cereal, barbecho, pastizales y rastrojos han permitido el desarrollo de una rica comunidad biológica, ligada a los aprovechamientos que el hombre hace del terreno. Así, lo que en una primera impresión puede entenderse como un paisaje monótono es en realidad el refugio de importantes contingentes de especies ya casi extinguidas en Europa o España. Difícilmente podría haber más riqueza biológica en un espacio tan humanizado.

La especie zoológica más impresionante es la avutarda, de la cual acoge esta zona más del 20% de la población mundial, estimada en unos 30.000 individuos. Muy importantes son también las poblaciones otras aves que componen una rica comunidad ornítica de hábitat pseudoestepárico: aguilucho cenizo, cernícalo primilla, sisón, ganga, ortega, alcaraván, carraca, calandria... En los núcleos urbanos o en los aislados cortijos y dehesas periféricas se producen concentraciones espectaculares de cigüeñas blancas, con colonias muy nutridas, ubicadas tanto en edificios como en árboles. Las zonas húmedas, ya sean charcas, lagunas o embalses como el del Salor o el de Guadiloba, albergan especialmente durante la invernada, una extraordinaria comunidad de aves acuáticas: garzas, gaviotas, patos, cigüeñas, grullas, cigüeñuelas, chorlitejos y un sinfín de limícolas, y son algunas el punto de concentración postnupcial de cigüeñas negras.

Por otro lado, los Llanos de Cáceres constituyen el área de campeo de las grandes rapaces y mamíferos que habitan en los biotopos colindantes, como Sierra de San Pedro, Montánchez, Villuercas, riberos del Tajo y sus afluentes, siendo habitual observar buitres leonados y negros, águila imperial, águila real, alimoche, etc.

La conservación de esta sorprendente riqueza biológica pasa por mantener los aprovechamientos agrícolas y ganaderos tradicionales. La continuidad de la agricultura y la ganadería extensiva es esencial para asegurar los ciclos vitales de esta avifauna. Difícilmente podrían estar en mejor armonía riqueza natural y actividad humana.

PROBLEMATICA AMBIENTAL

Sin embargo en los últimos años diversos factores han contribuido a poner en peligro esta riqueza natural. Así, el abandono progresivo de cultivos supone la desaparición del hábitat de muchas especies. Pero es la parcelación y la construcción de viviendas de segunda residencia o chalets la mayor alteración de este ecosistema, que amenaza la continuidad de numerosas poblaciones reproductoras de avutardas o sisones.

Y ello a pesar de que parte de este espacio natural lo protege la doble figura de Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) y Zona de Especial Conservación (ZEC) de Llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes, con 70.000 hectáreas, integrado en la red de espacios naturales protegidos de Extremadura y en la futura red europea Natura 2000. Esta declaración, que aún no cuenta con un Plan Rector de Uso y Gestión, no está evitando el grave descontrol urbanístico, especialmente en las zonas más próximas a Cáceres, cuya expansión urbana incontrolada amenaza la supervivencia de este espacio natural.