Alfonso González lleva tres décadas viviendo en las calles de Mérida, donde nació y donde ha permanecido siempre. Asegura que tiene un piso de 96 metros cuadrados en la capital extremeña, pero "no puedo entrar", dice, por estar separado. Vive con algo más de 400 euros mensuales por haber estado cotizando como repartidor de fruta, que era a lo que se dedicó durante mucho tiempo. Desde hace años es muy frecuente verle por la calle Santa Eulalia de Mérida repartiendo publicidad "y no se me caen los anillos por eso", aclara.

Alfonso echa la vista atrás y cuenta como trabajó en un negocio de fruta, pero "las cosas me vinieron mal con mi señora y aquí me veo, con treinta años durmiendo en la calle porque ni el ayuntamiento ni el Estado me facilitan una casa".

Además, comenta que de vez en cuando, le tienen que poner "un parche" en el hospital, ya que está enfermo.