Millares de damnificados por las inundaciones que destruyeron la ciudad de Gonaives y otras localidades costeras de Haití se disputaban ayer, desesperados, los bidones de agua potable y bolsas de comida llegados a bordo de camiones de las Naciones Unidas. Los cascos azules tuvieron incluso que hacer disparos al aire para evitar el saqueo de los vehículos, pero no pudieron evitar las peleas entre quienes llevaban seis días sin comer y bebiendo agua de la cuneta. Casi una semana después de haber azotado la isla de La Española, el huracán Jeanne golpea ya las Bahamas y mañana será el cuarto ciclón que llegue a Florida en un mes y medio.

Los hambrientos gonaivianos recriminaban a las autoridades haitianas y a la comunidad internacional el retraso en la entrega de la ayuda. Después de conseguir a empellones unos litros de agua y una bolsa con arroz y harina, una mujer joven declaró con acritud a los soldados de las Naciones Unidas: "Esto, después de días de que mi familia sólo ha tomado agua con barro, caca y muerto". Las autoridades elevaron a 1.160 muertos y 1.250 desaparecidos el número de víctimas.

Cubiertos con tapabocas y pañuelos, los enterradores de la enorme fosa común abierta en Gonaives también mostraron a gritos su protesta e incluso apedrearon el camión cargado de muertos, ya que nadie les estaba pagando el trabajo de cubrir de tierra los cuerpos amontonados por el volquete.

Los miembros de la Cruz Roja señalaron que ahora el riesgo más grave es el de las epidemias, a causa de los cuerpos en putrefacción, de personas y animales, que emergen del lodo.