Casi todos los que la tarde del 9 de septiembre sintonizaron el canal de noticias de la BBC se quedaron estupefactos: la televisión estatal británica había decidido retransmitir en directo la llegada de los McCann al Reino Unido, y para no perder detalle había instalado a un equipo de periodistas a bordo de un helicóptero con la misión de seguir el coche desde el aeropuerto hasta la residencia familiar. La decisión no solo no se ajustaba a la austeridad habitual de la cadena, sino que muchos se preguntaron qué había de noticioso en mostrar el techo de un coche durante media hora. La conclusión fue que la BBC había caído en la trampa: se habían dejado enlodar en la hiper-histeria informativa que se había desatado en el Reino Unido.

El mensaje de Beckham

"Era un momento emocional importante de la historia", se defendió el responsable del canal, Peter Horrocks. Para entonces medio mundo ya asociaba el nombre de Madeleine McCann con la foto de la niña cuyo rasgo más característico es una marca de nacimiento en el ojo. La mayoría de los británicos se enteraron de que la pequeña de Rothley había desaparecido en el Algarve portugués el 11 de mayo, cuando Beckham apareció con la foto de la niña en televisión y pronunció un breve mensaje para pedir colaboración. Ahora Maddie se ha vuelto tan conocida como Beckham, en gran parte gracias a la locura colectiva que campa por las salas de redacción británicas y del resto de Europa. Pero solo en gran parte. También han ayudado los propios McCann. Y los lectores.

"Parto de la premisa de que no son culpables --aclara de entrada Paul Hamilos, uno de los periodistas del diario The Guardian que han cubierto el caso--. Dicho esto, lo que creo es que los McCann han hecho lo máximo posible para encontrar a su hija, y por eso montaron la campaña que montaron. Pero se les fue de la manos".

"Para los medios británicos este es el tema del año --dice David Brown, del periódico The Times --, pero es evidente que en algunas ocasiones las cosas han ido demasiado lejos. Lo que no debemos olvidar es que si se han escrito miles y miles de páginas sobre el tema es para satisfacer el apetito de los lectores. Esto no ha sido creado por los medios, ha sido creado por la gente".

A finales de mayo, Maddie ya había copado varias veces las portadas de los tabloides británicos --era una golosina sin par, un bocado exquisito para el sensacionalismo-- y aparecido con frecuencia en las primeras páginas de periódicos serios como The Guardian y The Times . El primero llegó incluso a hacerse eco de los hallazgos del sabueso Danie Krugel, un famoso policía surafricano contratado por los McCann que aseguró que el cuerpo de Madeleine podía estar enterrado en una playa de Praia da Luz. Eso, de hecho, ocurrió el lunes pasado, en un momento de la historia que nada tiene que ver con los primeros meses, cuando el caso se limitaba a unos doloridos padres que buscaban con angustia a su hija.

La telenovela del año

La verdadera locura se desató el 7 de septiembre, cuando los investigadores lusos convirtieron a los McCann en sospechosos. "Es el tercer capítulo de la telenovela del año --explica Hamilos-- y la prensa ha empezado a publicar sus propias teorías, muchas veces mezcla de ficción y realidad. Y no solo la prensa inglesa. De cualquier manera, Creo que se ha vuelto muy difícil escribir del caso sin ser sensacionalista".

Desde entonces circulan por los diarios decenas de versiones de lo que pudo haber pasado. Un día la entierran en la playa. Otro la suben a un yate y se deshacen del cuerpo en alta mar. Al día siguiente la ha raptado un grupo de pederastas. A la niña la han visto en Bélgica, en Malta, en España, en Noruega, en Marruecos y en varios pueblos de Portugal. Todo esto ha salido publicado en los diarios británicos, que parecen decididos a competir por la primicia más disparatada. "Hay muchos rumores que alimenta la prensa, y a veces nosotros mismos hemos tenido que decir que esos rumores existen. Pero tratamos de abstenernos", explica Hamilos.