Quién le iba a decir a Madonna que su vida, camino de los 48 años, iba a dejar los senderos de Charles Bukowski (autor, entre otros libros, de Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones ) para meterse de lleno en el universo literario de Corín Tellado. Pero así ha sido. La cantante hace tiempo que dejó de ser aquella mujer que en el documental En la cama con Madonna enseñaba a sus coristas cómo hacer sexo oral con una botella de Vichy Catalán en el Hotel Meridien de Barcelona.

Todo esto viene a cuento porque el viernes pasado Madonna hizo que su representante enviara un burofax urgente al mundo (así, en general) para desmentir lo que cotilleaba un diario sensacionalista. Según el Daily Mirror, la cantante pasa muchas horas en el apartamento de su célebre productor y eso, se descuelga el periódico, podría "matar a su matrimonio" con Guy Ritchie.

Nada que ver con la realidad. Además de que Madonna va de dama rural que respeta los votos matrimoniales, el chico, Stuart Price, no da el callo: tiene 28 años y pinta de necesitar unos cuantos puddings para aguantarle un asalto.

Así que, por este lado, no hay noticia. Tampoco en que Madonna lleve hasta el final sus papeles. Cuando quería ser sacrílega, el Vaticano la excomulgaba. Y ahora que va de My fair lady virtuosa, da de comer a las gallinas y acaba en el hospital por una caída del caballo.

Pero una cosa se le debe reconocer. Por más trampas que le ha puesto la prensa, jamás le han pillado una uña. Para vivir en el escaparate sin descalabrarse, se ha de tener la cabeza y el corazón en la sección de ultracongelados. O no tener pudor. Como Carmen Martínez-Bordiu, a quien, ajena siempre a todo (menos a la memoria de Franco), vemos esta semana en la primera romería del circuito profesional. La pobre Raquel Mosquera, en cambio, se creyó Madonna y ahí está: tras la ventana de un psiquiátrico, hablando sola con esa mirada perdida con la que Blanche Dubois se adentraba en la locura del brazo de un psiquiatra al final de Un tranvía llamado deseo.

EL MARIDO DE MOSQUERA Tony Anikpe, marido de la peluquera Raquel Mosquera, abandonó un momento la cabecera del lecho de su esposa, internada por un brote psicótico, para pasar el viernes por la caja de ¿Dónde estás, corazón? Disperso, narró lo ocurrido, reiteró su amor por ella, negó un montaje y que piense dejarla pese a las discusiones, y osciló al afirmar que Raquel está "grave" o recuperada y a punto de salir.

ARMSTRONG, EN CRISIS Al amor también le entran pájaras. La que ha afectado a la relación de la cantante Sheryl Crow y el ciclista Lance Armstrong parece, de momento, demasiado fuerte como para permitirles seguir pedaleando juntos hacia el altar y en la cuneta quedan los planes de boda anunciados hace cinco meses, después de que él ganara su séptimo Tour.

"Después de pensarlo y considerarlo mucho hemos tomado la dura decisión de separarnos" --reza un comunicado de ayer atribuido a la pareja--. "Ambos sentimos un profundo amor y respeto mutuo y pedimos que todo el mundo respete nuestra privacidad en este momento difícil".