Te quedaste dormida un día de primavera. Y te fuiste en silencio, en mitad de la noche. El Señor te llamó para evitarte más sufrimiento. Y ahora sí que nos sentimos adultos, porque los humanos dejamos de ser niños cuando nos falta la madre. Nos queda tu ejemplo, tu saber estar, tu discreción, tu bondad.

Desde tu perspectiva actual ya habrás perdonado nuestros fallos contigo, nuestra falta de comprensión y paciencia a veces. Bendícenos mamá, y ayúdanos a seguir tu ejemplo siempre.

Descansa en paz. Te queremos.

Blanca Ortiz de la Tabla