No han pasado más de tres días y los fumadores madrileños ya han aprovechado la brecha abierta por Esperanza Aguirre en la ley antitabaco para llenar de humo los banquetes de bodas y algunos bares de empresa. En la mayoría de restaurantes especializados en celebraciones consultados ayer por este diario los novios habían autorizado fumar.

El reglamento aprobado por la presidenta de la Comunidad de Madrid, que entró vigor el pasado día 8, deja en manos de los contrayentes la posibilidad de autorizar el tabaco y no es precisamente el día del enlace nupcial el mejor para prohibir nada. Al menos es lo que Sonia y Carlos pensaron ayer. En el restaurante, el Mirador de Cuatro Vientos, próximo al aeródromo del mismo nombre, les sirvieron, además, la decisión en bandeja. Nada más entrar en vigor el reglamento volvieron a colocar los ceniceros retirados dos meses antes, cuando se aprobó la ley de la ministra Elena Salgado.

En otro local de bodas y bautizos del centro de Madrid no solo se fumó sino que sus responsables celebraron, aliviados, la contrarreforma de Aguirre porque les ahorra situaciones engorrosas.