El anestesista Juan Maeso negó ayer, en la primera sesión del juicio por el contagio masivo de hepatitis C, ser el foco de infección de los 276 pacientes que entre 1988 y 1998 pasaron por sus manos en varios hospitales de Valencia y que, presuntamente, salieron del quirófano con el virus en la sangre. En una declaración plagada de contradicciones y de frases desafiantes, Maeso dijo ser "una víctima más" de "una enfermedad laboral" contraída al entrar en contacto con la sangre de un enfermo.

En los juzgados de la Ciudad de la Justicia de Valencia, el único acusado por una de las negligencias sanitarias más graves de la historia de España negó que sedara a sus pacientes con la misma jeringuilla con que antes se inyectaba morfina.

DESAFIO A LAS VICTIMAS En su declaración, Maeso pasaba de dudar que tenía el virus a negarlo para, poco después, admitirlo. "Dudo que lo tenga", afirmó Maeso antes de rechazar tajantemente que sea un enfermo de hepatitis C. "Yo no me siento enfermo y nunca he ido a ningún hepatólogo para tratarme", dijo.

La declaración más sorprendente se produjo cuando negó la existencia misma de la enfermedad. "No me la creo", insistió Maeso e insinuó que tampoco la padecen el resto de infectados, que según las investigaciones la contrajeron al ser anestesiados por Maeso antes de ser operados en los hospitales de La Fe, Casa de Salud, Clínica Quirón y Virgen del Consuelo, todos ellos en Valencia. "Yo voy al médico cuando me siento enfermo. Hay mucha gente hipocondriaca que va al médico porque le duele una oreja", afirmó.

El fiscal Javier Carceller inició entonces un análisis cronológico de los hechos. Ante sus acusaciones, Maeso admitió que supo que portaba el virus a raíz de un análisis realizado en febrero de 1998 y que en marzo se sometió a pruebas de orina para la detección de opiáceos con objeto de acallar "los rumores de que era un drogadicto". En su opinión, estos rumores, "que alguien estaba introduciendo", son el origen de que ahora se encuentre en el banquillo, algo que él esperaba.

Maeso reconoció haberse reunido entonces con el exgerente del Hospital La Fe Enrique Trull. Cuando en abril se conoció que él podía ser la causa del contagio a centenares de personas, encargó por indicación de su abogado unos contraanálisis que confirmaron que era portador de la hepatitis C. "Ni sé ni me interesan los resultados", dijo.

CORTES Y PINCHAZOS Para explicar cómo pudo él contraer el virus, apuntó que debió de ser por contacto con algún paciente. Cuando el fiscal le expuso que el contagio se produce a través de la sangre, Maeso, pese a haber puesto en duda antes la existencia de la enfermedad, le espetó que él conocía otras vías, como "la saliva o la cera de los oídos".

Aun así, reconoció que era habitual que se pinchara o cortara accidentalmente mientras atendía a los pacientes. "Hasta que no te lavas, te puedes tocar los ojos, rascar una herida o tocar un grano," detalló.

El acusado, que hoy será interrogado por el fiscal, llegó a la sala de vistas serio y tranquilo, con traje pero sin afeitar. Evitó a periodistas y afectados.