De enseñar a niños en las aulas a limpiar baños que no han olido el agua en 13 días. Ese es el camino que ha recorrido, empujada por el Katrina , Eurydelle Barthelemy, una dulce mujer negra de 53 años vecina de Nueva Orleans. Barbara Bush podría haberle dicho a ella eso de que algunos evacuados están mejor que antes, pero cuando las dos se cruzaron en el Cajundome, el refugio de la Cruz Roja en Lafayette donde Eurydelle inició su exilio con otras 6.000 personas, la antigua primera dama de EEUU calló.

Las cosas se han puesto grises para alguien que se ha enterado de que su escuela, como las otras 14 del barrio Saint Bernard --y como su propia casa-- están bajo el agua. Sabe que el colegio no reabrirá por lo menos hasta septiembre del año que viene, y recuerda que tenía sólo "dos dólares" en el bolsillo cuando llegó la tormenta el 29 de agosto, justo dos días antes de la fecha de cobro de los salarios del mes. Se marchó conduciendo hacia el oeste hasta que llegó al refugio de Lafayette. "No tenía dinero para ir a ningún otro sitio", dice.

"La vida en el refugio no era mala y creo que lo hacen lo mejor que pueden. Hay gente de Cruz Roja, del Ejército de Salvación y vecinos de la ciudad que hacen trabajos voluntarios. Te ayudan con los papeleos, te dejan ver páginas de internet", explica Eurydelle. Pero eso, para ella, no es suficiente. Como han hecho ya 115.000 personas, podía haberse apuntado a cobrar el desempleo ante el Departamento de Trabajo. "Serían 200 dólares (unos 160 euros) a la semana, pero tendría que seguir allí, parada. Y no puedo. El jueves anunciaron una oferta de trabajo en el refugio y pensé que tenía que cogerla. No podía estar sin hacer nada", dice.

Una dosis de paciencia

También había solicitado información sobre empleos en el Departamento de Educación de Lafayette, pero no ha obtenido respuesta. Ha dejado dicho dónde está --"por si saliera algo"-- y no pierde la esperanza. "Las cosas llegarán y, si no llegan, habrá que tomar el resto como venga. Sólo tienes que esperar tu turno, tener paciencia".

Sueña con que aparezca ese puesto en su campo. Si fuera así, piensa incluso en comenzar una nueva vida en Lafayette. Pero de momento, lleva ya dos días recorriendo un hotel del centro de Nueva Orleans, con guantes y mascarilla.