A 150 leuros ´sol y sombra´ y a 200 ´sombra´; ´sol´ andaba por los cien y así se animaba el mañaneo ante la taquilla de la plaza de toros con el cartel de no hay entradas colgado desde principios de semana. Un mercadillo plagado de gestos y guiños indicando el número de entradas disponibles en la reventa con los dedos de la mano, como un broker de bolsa pero en tórrido y con sombrero de paja, entretenía el paseo en el exterior y solventaba la última hora de los aficionados tardones que querían ver a Perera y a José Tomás. Y esperando por la tarde a los portugueses de última hora que quisieran a ver a Pedrito de Portugal. Puede que para entonces el precio subiera como el termómetro.

Mientras, dentro, los ojeadores y las cuadrillas avistan los morlacos que les tocaría en sorteo a ellos y a sus maestros por la tarde. Un público curioso, interesado, casi de trapío como los toros, observaba con cara seria como si los tuvieran que torear ellos a los 6 más 1 --el sobrero--, bautizados como Calabrés, Soldador, Zurrador, Coreógrafo, Adinerado, Cachero y Codicioso, todos de buen tipo, de entre 480 y 548 kilos de músculo con su poquito de cuerno.

Las siete y media de tarde y las puertas de la plaza comienzan a oler a laca, colonia y a tabaco de puro. Con una grada a rebosar, el publico ocupa sus asientos y otea, compitiendo con los fotógrafos, en busca de caras conocidas, políticos de aquí --Vara, Ibarra, Celdrán, Pereira--, y nombres famosos del mundo de más allá, como Sánchez Dragó con su esposa japonesa, Paola Dominguín, o el cantante Caco Senante. Y habría más, seguro.