Con buen estado de salud, cansado pero feliz, el capitán del Prestige , el griego Apostolos Mangouras, recorrió ayer los 50 metros que le separaban de la libertad, la longitud del pasillo entre la puerta de la prisión coruñesa de Teixeiro y el coche de una de sus abogadas. Lo peor para él ha pasado, pero ahora deberá presentarse cada día en la comisaría de A Coruña y estará "permanentemente vigilado" por las fuerzas de seguridad, según ordena el juez en el auto de puesta en libertad.

Antes de marcharse tuvo el detalle de dedicar sus primeros minutos de libertad a tomar un café en el bar de la cárcel con un grupo de compatriotas y marineros que le esperaban a la salida con pancartas en las que se podía leer: Los griegos y los amigos griegos estamos contigo , Hola gran Apostolos, nuestro capitán y Hola Apostolos, bienvenido .

Las autoridades españolas le acusan de un delito de desobediencia y de otro contra el medio ambiente por los que se le impuso una fianza de tres millones de euros (500 millones de pesetas). El armador pagó ese dinero el jueves después que la aseguradora aceptara cubrir el total de la cantidad exigida.

La libertad de Mangouras, de carácter provisional, impide que el marino griego pueda salir de España, por lo que debe fijar una residencia permanente, que estará en un hotel de A Coruña. Al menos podrá ver de nuevo a su familia.