Antes de que el coche invadiera las ciudades, el sonido que identificaba cada lugar era el de su campanario. Un estudio ha determinado ahora los ingredientes que conforman ese tañido único. En concreto, ha analizado el repique de 855 campanas de las 91 catedrales españolas, un 77,5% del total (1096).

En la muestra las hay que caben en la mochila y otras de casi tres metros. Las más antiguas son del siglo XIII y las más modernas, de antes de ayer. No obstante, el trabajo ha descubierto que ni el momento histórico ni el sitio de fabricación determinan el sonido característico de cada campana. Lo que más cuenta es la pericia del artesano que la fundió.

«Hay fundidores del siglo XVI que fabricaron conjuntos de campanas más coherentes entre sí que otros del siglo XIX», explica Francesc Llop Álvaro, pianista y profesor del conservatorio de Valencia, que llevó a cabo el análisis en el marco de su tesis doctoral, defendida en mayo.

«En el caso de que se rompiera una campana, este estudio permitiría reemplazarla por otra idéntica. Igualmente, si se opta por añadir una nueva a un campanario, se puede fabricar una cuyo sonido sea coherente con las otras», explica Llop. Pero lo que mueve la curiosidad del investigador es sobre todo desentrañar por qué «tus campanas te parecen siempre las mejores», explica.

RÉPLICAS AUTÉNTICAS / «Es un trabajo muy importante: la metodología se podría exportar a otros países para llevar a cabo réplicas verdaderas de campanas, no solo en el aspecto, sino también en el sonido», afirma Jannen Contreras, restauradora de metales de la Escuela Nacional de Conservación de México (ENCRyM), no implicada en el trabajo, que ha celebrado un congreso sobre restauración de campanas.

Las campanas han formado parte de la vida de Llop desde siempre. Su padre, Francesc Llop Bayo, es un experto de referencia y redactor del catálogo sobre el cual el hijo ha trabajado. Ambos han subido a menudo a la torre del Micalet (València) para dar rienda suelta a las campanas. Desde el 2001, Llop hijo ha analizado las grabaciones de su padre y ha recorrido España para llevar a cabo cientos de nuevas.

Tras pasar estas grabaciones por un programa especializado y tras las audiciones de músicos, Llop ha identificado los parciales armónicos e inármonicos de cada campana, que conforman su sonido, y ha identificado entre ellos la nota de golpe más probable (la que emite cuando el badajo choca con su superficie).

Estas características conforman una especie de ADN acústico de la campana. «El misterio de cada una está en los parciales. En las de carillón, los armónicos están ajustados formando un acorde. En las de campanario están desajustados. Y es la magnitud de estos desajustes lo que da la identidad propia a cada campana», explica Rafael García Mahiques, catedrático de Historia del Arte de la Universitat de València, que ha dirigido la tesis de Llop.

Catálogo en mano, ha comprobado que algunos artesanos las fabrican con un patrón de desviaciones coherentes. Otros, por el contrario, las hacen con un mayor nivel de azar. Lo que no ha detectado son ni rasgos específicos de ciertas regiones ni modas a lo largo de la historia. Tampoco ha hallado diferencias entre los tres perfiles -gótica, normal y romana (de más delgada a más rechoncha)-, «aunque el oído sí las detecta», observa Llop.

Su informe solo es un punto de partida. Queda por estudiar la intensidad de cada armónico, el papel de las aleaciones y cómo los fundidores se han transmitido los trucos del oficio. Además, concluye, el sonido de las campanas depende también de la forma del campanario, la manera de tocar e incluso la estructura urbanística alrededor de las torres.