Eramos pocos y parió Mar Flores. Lo mejor del caso es que la susodicha, aprovechando el anuncio de su segundo embarazo, lo que ha parido ha sido una casa. Mar, señora de Javier Merino, ha posado para la revista ¡Hola!, sin signos evidentes de preñez pero con evidentes ganas de demostrar que, por fin, ha conseguido lo que quería: un marido rico que la trate como una reina y que, tal como le corresponde, le monte un palacio por todo lo alto.

Porque la casa de Mar y Javier está decorada como el hall del hotel Palace: unos mármoles por aquí; un conjunto de sofás por allí y otro por allá; anchas columnas separando los ambientes y encima de todos los muebles auxiliares, obeliscos y bolas de oxidiana para aburrir. En ese marco incomparable crecerá el hijo cuya llegada acaba de anunciar Mar.

La señora Merino ya tuvo un hijo de su primer marido, Carlo Constanza di Castiglioni, un italiano con nombre de conde a quien abandonó en cuanto descubrió que tras el rimbombante apellido no había patrimonio. Mar se separó del falso conde y empezó una brillante carrera que le llevó de Javier Merino a Javier Merino pasando por Fernando Fernández Tapias, Alessandro Lequio, y Cayetano Martínez Irujo. Tras Carlo, llegó Merino, dueño de gasolineras y locales nocturnos, pero Mar lo cambió por Fernández Tapias, cuyo patrimonio dejó escapar liándose con Alessandro Lequio. La aparición de las fotos de Mar y Lequio, juntos en la cama y el consiguiente escándalo, pilló a Mar ennoviada con el hijo de la duquesa de Alba. Al final, Mar regresó con Javier Merino, quien la acogió como si nada hubiera pasado y se casó con ella.