La indignación acumulada en Galicia tras tres semanas de marea negra desencadenó ayer los primeros incidente violentos. El alcalde de Ribeira, José Luis Torres Colomer, del PP, fue zarandeado por un grupo de pescadores en el puerto de Aguiño. Frente a la sede del Parlamento gallego, por su parte, un grupo de manifestantes fue duramente repelido por la policía cuando lanzaban bidones de fuel contra el edificio oficial.

Durante toda la mañana, pescadores y mariscadores trabajaron en el puerto de Aguiño recogiendo restos del fuel del Prestige utilizando sus propias embarcaciones. Sin medios y agotados, descubrieron en un receso que Torres Colomer, alcalde y presidente además de la Diputación de La Coruña, paseaba por el muelle, con traje y corbata, protegido por un paraguas que le aguantaba un policía local.

ANIMOS ENCENDIDOS

Los ánimos se caldearon. Un marinero le gritó: "No tienes vergüenza. Vienes aquí a pasear cuando está en peligro el pan de mis hijos. No tenemos contenedores, ni mascarillas, ni nada. Largo de aquí o te tiramos al mar. ¿Dónde están las barreras anticontaminación?". Pronto se unieron otros marineros. El alcalde, sin inmutarse respondió: "Joder, las barreras ya están llegando de Ribeira. Tranquilos". Sus palabras sólo encendieron más los ánimos.

Cada vez eran más los marineros que se acercaban al lugar. Uno de ellos, entonces, agarró un puñado de restos de fuel y se lo tiró al alcalde. Otro se acercó, lo agarró y lo zarandeó. Varios policías locales consiguieron formar un cordón alrededor del alcalde y sacarlo del muelle en volandas. "Que no se acerque nunca más por aquí. Es un impresentable, están jugando con nosotros", gritó un joven mejillonero.

La tensión en el Parlamento fue también elevada. Se celebraba una sesión plenaria sobre la situación tras los vertidos del Prestige y hubo duros cruces de acusaciones entre Gobierno y oposición. Los diputados gallegos aprobaron por unanimidad la creación de una comisión de investigación para depurar responsabilidades en la gestión de la crisis.