TLto conocí en un mitin de Ana Botella y me llamó la atención. Era distinto: no repartía abrazos sin tino, no picoteaba de grupo en grupo, tenía un aire raro de bohemio reconcentrado, un estilo Colombo de gabardina grande. Alguien del PP me lo señaló: "Mira, es Mariano Gallego, el alcalde de Don Benito, uno de los baluartes de nuestro partido". Después llegó su tiempo de quirófanos y dejé de verlo. Ahora ha regresado redivivo y el pasado sábado volví a encontrarme con él en el congreso del PP. Alguien repitió lo del baluarte, pero lo cierto es que sigue siendo un fuera de juego, un outsider al que todos respetan como a una esposa perfecta para luego buscar las emociones inciertas de los corbatones.

Se ha acentuado su aire clochard . Esta vez llevaba un jersey marrón de cuello cisne completamente extemporáneo y vagaba como perdido por el claustro de San Francisco. Los militantes lo señalaban y se le acercaban respetuosos, casi con unción, pero después preferían las jacarandinas de los mercachifles. Estuve a su lado mientras Baselga pronunciaba su discurso y ahí conocí su faceta apasionada, la que debe comedir para resguardar su corazón nuevo. Decía óscar que él era uno de esos extremeños que sellan los compromisos con un apretón de manos y Mariano se irritaba:: "¿Y los demás qué somos, unos mierdas?". Aseguraba Baselga que él había ayudado a todos los alcaldes y Gallego no se aguantaba: "¿Qué dices? ¡A mí, nada, a mí, nada". Me gusta este hombre, ojalá tenga fuerzas para ser algo más que baluarte.