En algunos sectores de la derecha ultramontana, todavía hay quien considera un insulto el término maricón . Quizá sea porque nunca han escuchado a Boris Izaguirre tratando de reivindicarlo. O quizá sea porque nunca le escuchan, diga lo que diga y haga lo que haga, por el hecho de ser, precisamente, maricón. ¡Es una lástima! Y no es que yo sea de la cuerda de este personaje, que tan bien ha sabido hacerse un hueco en la galaxia mediática. No. No es eso. Pero hay que reconocer que fue el primero que se atrevió a reclamar este apelativo para definir su condición sexual.

Sin embargo, hay palabras que, en determinadas bocas, se convierten en dardos venenosos. Así lo demostró el otro día una señora, que, portando una pancarta plagada de faltas de ortografía (no sé si intencionadas, pero si era así, entonces, estaba plagada de vulgaridades), trató de ofender a Pedro Zerolo , concejal del Ayuntamiento de Madrid por el PSOE, cuando se manifestaba contra ETA. ¡Qué lástima! La primera vez que se ponen de acuerdo todos los partidos políticos, para aparecer juntos detrás de una pancarta, y hay personas que utilizan la condición sexual de un individuo para tratar de insultarle.

¡Ojalá se presente Zerolo a las próximas elecciones municipales como candidato a alcalde de Madrid! ¡Y ojalá las gane! Como en París, como en Nueva York, y como en otros muchos lugares donde los votantes no tienen en cuenta a quién elige cada uno para pasar el resto de su vida, sino el programa que defienden y la gestión que han realizado en otros puestos de responsabilidad. Yo le votaría.