Richard Batista, un médico cirujano de Long Island (Nueva York), parece dispuesto a inscribir su nombre con letras bien grandes entres los hombres más despechados de la historia. Y también entre los más mezquinos. En el largo proceso de divorcio que le enfrenta desde el 2005 a su todavía esposa, Dawnell, Batista le reclama a esta el pago de 1,5 millones de dólares (más de un millón de euros) por el riñón que le donó en el 2001, cuando la vida de ella dependía de un trasplante. Como alternativa, le ofrece la posibilidad de devolverle el riñón. Tal cual.

El cirujano asegura que su asombrosa petición se debe a la conducta de su esposa, a quien acusa de haberle engañado con un fisioterapeuta y de no permitirle ver desde hace ocho meses a sus tres hijas de 14, 11 y 8 años.

"Este es mi último recurso para que ella reconsidere su postura", explicó a los medios de comunicación. "Mi primera prioridad fue salvar la vida de Dawnell, y la segunda, rescatar nuestro matrimonio", añadió el médico, de 49 años, quien ha agregado que "no hay un dolor más profundo que ser traicionado por la persona a quien has dedicado tu vida". Ella no ha hablado.

Tras 11 años de matrimonio y después de dos trasplantes fallidos, Batista se sometió a las pruebas de compatibilidad y donó a su esposa uno de sus riñones en junio del 2001. Cuatro años después, Dawnell presentó la demanda de divorcio.