Los gritos de millares de turistas, entre ellos unos 4.000 españoles que no quisieron o no pudieron unirse a los 80.000 evacuados, acompañaron de madrugada el paso del huracán Emily por la costa del Caribe mexicano.

Cancún, Cozumel, Playa del Carmen, Tulum... el paraíso de la Riviera Maya queda una vez más medio desfigurado por los vientos muy fuertes con rachas violentas, el oleaje, las trombas de lluvia. Emily sólo ha dejado, de momento, otras tres víctimas mortales en México. El gobernador del estado de Quintana Roo, Félix González, suspira: "Lo peor ya ha pasado".

Los pescadores de langosta de Punta Allen retornan desde el interior de la selva despeinada. Los que se quedaron comentan que "estuvo leve". Pero reconocen: "El rugido del huracán es estremecedor; y cuando lo supera el ruido de todo lo que se rompe a su paso, te mueres de miedo".

Más de 20.000 personas que lo sintieron agazapados en los refugios recordarán que "el rugido pasó dos veces, en una y otra dirección". En medio, el eterno silencio del ojo del huracán.

Por la mañana, la gente empieza a limpiar la playa de plásticos, maderas y todo tipo de desechos. Los aeropuertos de Cancún y Cozumel reanudan su actividad.

Emily va perdiendo fuerza al cruzar la península de Yucatán, pasando por Valladolid y al norte de Mérida. El gobernador de ese estado, Patricio Patrón, dice: "Aunque el desastre es menor de lo que se temía, la agricultura ha sufrido graves daños, ya que se perdieron el maíz y la papaya". Como sus paisanos, el gobernador aún se asombra de "cómo volaron los techos de las casas y cayeron muchos postes", recuerda.