Desde EL NORTE nos vamos a permitir incidir en la diferencia de nivel de desarrollo, inversiones y progreso entre el septentrión y el mediodía, en la mayoría de los casos a favor del primero. Y decimos la mayoría porque en el caso de Extremadura las cosas vienen funcionando desde hace tiempo al revés.

Cuando se accedió a la autonomía se desencadenó una cierta polémica entre las dos provincias por la cantidad de representantes de cada una en el futuro Parlamento extremeño. La que fue famosa discusión entre la ‘paridad’, defendida por Cáceres, que asignaba el mismo número de parlamentarios autonómicos a cada una de las dos provincias y la ‘proporcionalidad’, defendida por Badajoz, que establecía un sistema de asignación en proporción al número de habitantes de cada circunscripción provincial.

Desde entonces, después de la obvia victoria de la tesis proporcional, los representantes de Badajoz son más y el tiempo ha venido demostrando que muy identificados con su provincia y sus intereses. Esta circunstancia ha supuesto que esa genérica superioridad del norte, en Extremadura no se ha producido; pues ha sido el sur el que más ha crecido, mejor se ha desarrollado, más ayudas e inversiones ha recibido y mayores han sido los beneficios de todo tipo que ha obtenido (infraestructuras, sanidad, universidad, comunicaciones…)

Cierto es que la situación de Badajoz en particular y mucho más de Extremadura en general, tampoco es como para tirar cohetes en relación con el resto de España; pero a nadie se le escapa que algo pasa aquí para que la parte del león siempre se incline hacia abajo.

Un elocuente ejemplo puede ser el reciente proyecto de Presupuestos Generales de Extremadura que ha presentado el Ejecutivo regional para su trámite y ulterior aprobación. En este proyecto, de cada 10 euros que invierte la Junta de Extremadura más de seis van a Badajoz y menos de vuatro van a Cáceres.

Estas cuentas… ¿Equilibran o aumentan la diferencia entre las ciudades?

Y esto es referido solo a las capitales. Si se hace lo mismo respecto a las provincias (con Mérida de por medio) la diferencia casi se duplica. Y este reparto se viene dando en similares cantidades años tras año.

En 2018, la plataforma logística y la ronda sur de Badajoz serán las inversiones más importantes en la capital pacense, mientras que Cáceres, con una fase del nuevo hospital y otra de la ronda sureste (nada que se pueda decir que se completa) recibirá los porcentajes expresados más arriba.

No se trata de poner encima de la mesa el eterno problema de los agravios comparativos ni lamentaciones estériles; pero sí de plantearse algunos interrogantes tales como:

¿Es posible que haya influido la proporcionalidad? ¿O tal vez ha sido porque ni un solo cacereño ha presidido nunca el Ejecutivo regional? ¿Quizás son más listos (o mejores) los pacenses? ¿O estos anteponen los intereses de su ciudad y provincia a los de su partido…?

Cabría algún interrogante más de ese jaez; pero lo dejaremos ahí para añadir que esta mayor inversión en una provincia está suponiendo que allí se creen más empleos, que los productos tengan más y mejores salidas, que se haga más atractiva la inversión exterior, que se aumente la población y el nivel de desarrollo y etc. etc.

De mantenerse mucho tiempo esta situación la provincia de Cáceres se convertirá en un gran parque natural de maravillosa fauna y vegetación; pero sin población humana, salvo los curiosos que la visiten para ver en su medio a los buitres, alimoches, jabalís y venados y a pasearse por algunos pueblos fantasmas donde quedarán una o dos parejas de ancianos que constituirán un atractivo turístico para que pueda contemplarse cómo se vivía en Extremadura en la época en que Buñuel retrató las Hurdes.

Si esto es lo que queremos… ¡Adelante! Mantengamos este estado de cosas; pero si no es así, hora es ya de empezar a equilibrar para invertir el título de esta reflexión, repartiendo los recursos:

A MÁS, MENOS; A MENOS, MÁS.