Amigos de cuatro patas a los que sólo les falta ladrar. Linda Facci, su creadora, no da puntada sin hilo. Su aguja y toneladas de paciencia: esas son sus herramientas. Y así, poco a poco, las mascotas en miniatura van cobrando vida. Todo empezó con una pasión: la de Linda por los perros.

"Yo quería un perro, un pastor australiano, pero mi marido no, porque son muy grandes, así que decidí crearme mi propio pastor australiano con aguja e hilo". Y desde entonces decidió zambullirse en el mundo de las réplicas caninas.

Una mascota canina, con su réplica. / (ATLAS)

Un trabajo minucioso que incluye recortar el pelo a la medida exacta y estudiar cada detalle de los peludos en las fotografías que sus clientes le envían. Cada una de sus creaciones cabe en la palma de la mano y rondan los 300 euros.

Lo que empezó como una mera afición le ha permitido a Linda dejar su trabajo en una panadería en Nueva York. Ahora dedica todo su tiempo a lo que realmente le gusta, y finalmente tiene un perro: un Yorkshire Terried llamado Cocoa, que por su puesto tiene su propia versión en miniatura.