"No sé lo que es". "Una secta o algo así ¿no?". Son dos de las respuestas que con mayor frecuencia escucharán si preguntan qué es la masonería o quienes son los masones. Y en la inmensa mayoría de los casos se refieren a ellos como algo del pasado. Pero no es así. Pese a ser muy antigua, a datar de 1717, la masonería está ahí, pervive en el siglo XXI, y los que se declaran masones se muestran muy orgullosos de sus principios y su identidad.

Así lo atestiguan José Carretero y el señor Trouvao, grandes maestros de la Gran Logia de España y de la Gran Logia Regular de Portugal respectivamente, que han presidido el encuentro que masones de ambos países han mantenido en Cáceres. El fin, según sus palabras, agrupar a masones de ambas logias para conocerse, hacer proyectos juntos y mejorar aún más las relaciones entre España y Portugal". Promover, en definitiva, una logia hispano-lusa.

La masonería, señalan, es una sociedad que enseña una forma peculiar de moral y lo hace mediante símbolos y alegorías. "Se construye con la gente que es ya buena, pero que quiere ser mejor y desea construir una sociedad mejor". Un concepto que para los masones, dicen, es una persona que escucha a los demás, que no quiere imponer su criterio sino que busca compartir lo que para él es la verdad junto con la de los demás; que ayuda a quien tiene un problema; que cree que la violencia nunca soluciona nada y que hay que buscar los momentos de cooperación y encuentro entre las diferentes verdades que tenemos todos...

Si es así, entonces ¿por qué oír masón motiva rechazo? Para el gran maestro de la Logia de España hay una razón de peso: "En España la masonería estuvo prohibida por Franco y durante 50 años se estuvo machacando sobre que la masonería era una secta terrible, que comíamos niños, que matábamos a la gente, que quemábamos iglesias, que éramos muy malos..., y esto ha quedado grabado en la memoria, pero poco a poco se va desterrando esta idea". En su opinión, y ante el mundo de hoy, "la masonería no sólo no es mala, sino que es necesaria".

Su relación con los gobiernos la aseguran perfecta, "siempre que sea un gobierno democrático, pues la masonería no puede convivir con gobiernos dictatoriales, de ahí que fuera prohibida por Franco, por Hitler, por Mussolini...". Con la iglesia, normal. Y con la sociedad, buena, pues estiman que hoy ya no existe hacia los masones el rechazo de antaño. "La masonería es una guía espiritual y los masones sólo queremos un mundo mejor, no queremos guerras y queremos construir un futuro sin enemistades, un mundo de espiritualidad, sin ideología política ni religiosa".

Entre sus reglas, dos principales: Obedecer las leyes del país donde se está y no conspirar jamás. "Es nuestra ley".