Especialistas en alcohología y epidemiólogos españoles preparan una lucha antialcohólica que, siguiendo algunos de los patrones de la ley española antitabaco, propondrá que las etiquetas de las bebidas de cualquier graduación informen de su toxicidad y posible perjuicio para la salud. Esa rotulación debería incluir un cálculo fiable de los gramos de alcohol que se toman con cada unidad de bebida y unas alertas especiales para embarazadas, según el doctor Antoni Gual, director de la Unidad de Alcohología del Hospital Clínic.

Los motivos de esta ofensiva, que ya fue apuntada por la ministra de Sanidad, Elena Salgado, tras la promulgación de la ley antitabaco, se apoyan en datos estadísticos. Detrás de la mayoría de homicidios, accidentes de tráfico o de trabajo y situaciones de maltrato doméstico que ocurren en España existe un consumo excesivo de alcohol por parte de alguno de sus protagonistas. A esto suman la capacidad adictiva y tóxica de unas sustancias de venta libre.

"Las etiquetas deberían alertar a las gestantes de que el alcohol afecta al feto y que reduce su tamaño", afirma Gual. "Ahora, los envases indican la graduación de la bebida, pero no cuántos gramos de alcohol se toman en cada copa, y lo que esa cantidad significa", dice.

TOXICO PARA EL HIGADO La distorsión que el alcohol puede provocar en la percepción de los conductores y la repercusión del tóxico en el hígado y en el sistema nervioso son otros datos que, a juicio de este experto, han de figurar en ese etiquetado. "Los mensajes deberían ser extensos: una parte muy gráfica, y una leyenda más pequeña, como se hace con otros tóxicos --describe Gual--. Las bebidas alcohólicas son el único producto de consumo que no está obligado a indicar su composición".

Las alertas deberían decir algo así: "El consumo de este producto puede afectar a su habilidad para conducir y trabajar", propone Joan Ramon Villalbí, miembro del Grupo de Alcohol de la Sociedad Española de Epidemiología. "La rotulación con mensajes sanitarios de las bebidas alcohólicas puede tener una repercusión modesta, pero la Administración está éticamente obligada a incluirlos", opina.

Iniciativas similares están siendo estudiadas por los organismos de salud pública de la mayoría de países de la UE. El Gobierno francés ya ha aprobado la inclusión de un grafismo en las etiquetas alcohólicas que alertará a las embarazadas del riesgo de consumo.

Conscientes del poder económico y cultural que ampara al sector vinícola, cavista y cervecero en España, los expertos proponen crear coaliciones y movimientos públicos legitimados favorables a las políticas antialcohol, que contrarresten a quienes promueven su difusión.

"El alcohol no es un producto cualquiera: causa adicción y existe un gran sector dedicado a fomentar su consumo --prosigue Villalbí--. Eso justifica y hace necesaria la intervención desde Salud Pública". "La Administración debe garantizar que las sustancias de venta libre no suponen un riesgo para la salud, o advertir de su toxicidad", añade Gual.

DIFERENCIAS CON EL TABACO Admiten que no es lo mismo el tabaco --al que solo se le atribuyen efectos nocivos-- que el alcohol, cargado de literatura y adornado, en su presentación vinícola, con el consenso popular de que una copa de vino "cada dos días" ejerce un efecto positivo en el sistema cardiovascular.

"Los grupos de interés contrarios a la prevención del alcoholismo son fuertes y están bien organizados ", asegura Villalbí. Y están los restauradores, que no quieren ni oír hablar de todo esto, dice Gual. "La industria del alcohol es contraria a que se apruebe la rotulación sanitaria de las botellas", alertan los especialistas.