Las gradas del estadio multiusos de San Lázaro, en Santiago de Compostela, nunca registraron grandes llenos y ayer no fue una excepción. En la explanada de estas instalaciones, justo al lado del Palacio de Congresos en el que se celebraba la convención del PP que abre boca de cara a las elecciones municipales, se dieron cita muchas menos personas de las esperadas en la protesta convocada por la asociación Nunca Máis. Si Santiago llegó a reunir más de 200.000 manifestantes el 1 de diciembre para mostrar su malestar ante la crisis del Prestige, menos de dos meses después, sólo 500 personas acudieron a la capital gallega con el mismo propósito.

La manifestación discurrió de manera pacífica, vigilada por un amplio dispositivo policial y casi sin incidentes durante la media hora que duró. El único conato de violencia lo protagonizó un pequeño grupo que lanzó piedras y huevos a los policías al no permitirles acercarse más al palacio.

Mientras tanto, los portavoces de Nunca Máis, Uxía Senlle y Xurxo Souto, se dolieron ayer en Bilbao de que el presidente del Gobierno, José María Aznar, intente convertir el "caso Prestige en el caso Nunca Máis" publicitando para ello a un grupo "de extrema derecha" como Manos Limpias. Ambos recogieron el Premio Especial de la Fundación Sabino Arana en reconocimiento a su trabajo.