Nuestros valores marcan qué es aceptable y que no: motivan nuestros actos, marcan nuestras metas. La Conformidad Social, el valor que nos ajusta a la norma y determina que seamos aceptados por los otros, sirve para marcar la identidad social de cada persona. Pero ¿hasta qué punto está relacionado este valor con genocidios y violaciones en grupo?

Aunque nos creemos individuales, Solomon Asch ya demostró hace décadas que no somos tan autónomos como creemos. La presión social hace que, en grupo, demos respuestas erróneas a cuestiones que de forma individual podríamos resolver si problemas. Por tanto, ¿decido yo o decide el resto por mí? La respuesta es clara: actúo y pienso en base a los demás.

En base a la conformidad, vivimos adaptados y con un alto grado de seguridad. ¿Pero es siempre positivo, podemos decir basta? Muchas veces, esa seguridad nos lleva a decisiones erróneas.

¿Se puede decir basta?

El 5 de marzo de 1933 Alemania votó en unas elecciones que cambiarían por completo el curso de la historia.: el Partido Nazi consiguió únicamente el 44% de los votos. Pese a estar lejos de la mayoría, alcanzó el poder, eliminó la democracia parlamentaria y Adolf Hitler cimentó su sidctadura. Pero ¿cómo permitió el otro 56% de la población que todo eso ocurriera?

Como humanos necesitamos cohesión y unidad. No obstante, cuando eso se convierte en una necesidad, surgen movimientos sociales y políticos peligrosos.

Aun así, y pese a que han transcurrido décadas, es imposible explicar a ciencia cierta qué mecanismos mentales lograron que los nazis se hicieran con e poder.

No somos independientes

¿Por qué actúo de esta forma y no de otra? Desde filósofos a psicólogos, esta pregunta despierta la curiosidad desde el origen de los tiempos. La respuesta es más sencilla de lo que parece: hacemos lo que hacemos en base a nuestros valores, y lo que determina nuestro grupo de referencia.

Somos seres sociales desde que nacemos. Recogemos toda la información del mundo en el que vivimos y sobre eso construimos nuestra personalidad. Elegimos nuestra ropa, las palabras que usamos, las películas que vemos o los libros que llenan nuestras estanterías gracias a nuestros valores.

Pero, esto puede resultar sumamente peligroso cuando no se trata solo de elegir película sino de transgredir normas sociales y morales, como ocurre en asesinatos en masa o violaciones en grupo. Necesitamos al grupo, pero a veces el grupo es justamente lo que nos perjudica, siendo necesario el raciocinio personal.