El R.M.S. Titanic , orgullo de la industria naviera británica, zarpó el 10 de abril de 1912 del puerto de Southampton con 2.214 personas a bordo. A las cuatro de la madrugada del 15 de abril, cuando el R.M.S. Carpathia llegó a la zona donde poco antes había tenido lugar el naufragio más célebre de la historia, apenas encontró a 705 supervivientes. De todos ellos, ya solo queda uno. La muerte, el pasado 16 de octubre, de Barbara West Dainton ha convertido a Millvina Dean, de 95 años, en la única persona que viajó en el barco y hoy vive para contarlo. Aunque no es mucho lo que esta dama inglesa puede contar de primera mano, pues en el momento de la tragedia tenía dos meses.

La familia de Barbara West Dainton no quiso hacer público su fallecimiento hasta el jueves pasado, tres días después del funeral que despidió a la penúltima superviviente del Titanic en la catedral de Truro. West Dainton, nacida en Bournemouth en 1911, tampoco conservaba recuerdos de la noche en que el transatlántico se hundió en el océano tras colisionar con un iceberg --tenía 10 meses y 22 días--, pero gracias al relato de su madre, repetido una y otra vez, conservaba en la memoria la imagen de su padre, Edwy Arthur West, saludando con la mano desde la cubierta inclinada del buque mientras el bote salvavidas número 10 en el que viajaban su esposa Ada y sus hijas Barbara y Constance se alejaba rápidamente. Su cuerpo jamás fue identificado.

SILENCIO A diferencia de Millvina Dean, que a lo largo de sus 95 años ha participado en los actos y conmemoraciones relacionados con el Titanic , Barbara nunca quiso que su nombre se asociara con la tragedia y fue ella misma quien solicitó que el anuncio de su muerte no se hiciera hasta después del funeral para evitar que el interés que despierta todo lo relacionado con el hundimiento salpicara de algún modo las honras fúnebres.