THtoy no me interesa ningún tema de la actualidad. En este momento me siento desvinculada de lo que parece, según los medios de comunicación, debe preocuparnos. Otro día volveré a interesarme por el estado de ánimo de Obama , por los puntos que le saca el PP al PSOE, por el estancamiento de la economía en España, por el orden de los apellidos (lo dudo mucho) o por los viajes del Papa. Hoy sólo me interesa indagar sobre el sueño. Anoche me acosté en un estado casi catatónico. Vagamente recuerdo que pensé en que me sería imposible levantarme por la mañana. Mi siguiente punto de anclaje con el mundo de los vivos fue el sonido del despertador. Estaba descansada y dispuesta a iniciar el día. Unas horas antes jadeaba por el esfuerzo de desvestirme y en ese momento me dirigía a la ducha con actitud enérgica, sin arrastrar los pies ni bostezar. Otros días con menor agotamiento al acostarme me levanto más cansada. Decido consultar en la red. Por visto esto del despertar requiere de un método. Cada ciclo del sueño dura unos noventa minutos a cuyo término, si nos despertamos, estaremos descansados; por el contrario, aunque durmamos unos minutos más, si nos despiertan cuando un nuevo ciclo ha comenzado, nos sentiremos fatal. Evitaremos ese efecto pernicioso utilizando dos alarmas siguiendo un determinado cálculo, no al buen tuntún .

Va a ser que no. No soy metódica, sino más bien anárquica. Ya tengo bastante con la miríada de normas y pautas que tengo que cumplir, como para tener encima que calcular cada noche el minuto exacto en el que sitúo las agujas de los despertadores. Ya he aprendido bastante sobre el sueño, sus ciclos y el descanso.

Otro día quizás hable del PP y del PSOE, de Obama, del Papa o de la economía. Mañana Dios dirá. Veremos cómo me levanto.