El pasado martes 19 de septiembre tembló México. Las fuerzas telúricas estallaron a una profundidad de más de 33 kilómetros. El seísmo se ha llevado muchas vidas y ha ocasionado dos millones de damnificados. Aquello parecía una réplica del ocurrido una semana antes. A primera hora del martes las radios y las televisiones anunciaron que se celebrarían simulacros dirigidos por el Gobierno en conmemoración del terrible seísmo ocurrido el mismo día de 1985, que se llevó las vidas de 10.000 personas. A las 9 de la mañana el autor de este texto estaba en el supermercado denominado Bodega Aurrerá y las bocinas anunciaron a las 10.50 horas que en 10 minutos se pondría en marcha dicho simulacro. Igual ocurrió en los comercios de las grandes superficies. La Universidad, en sus distintos centros, también iba a realizar los simulacros con servicios de bomberos y miembros policiales para preparar a la población. El que esta crónica escribe estaba sobre la una de la tarde terminando de impartir una clase cuando sonaron las sirenas. Todos creíamos que era el simulacro, y lo tomamos con calma hasta que llegaron varias personas con la urgencia de que se desalojara el edificio. El temblor en Guadalajara fue suave al estar a muchos kilómetros del epicentro, que ocurrió en el estado de Guerrero, a 850 kilómetros de la capital de Jalisco.

En Guadalajara se revisaron los edificios, las carreteras y todo parecía normal. La torre del Centro Universitario de Arquitectura, Diseño y Artes, que alberga la administración y rectoría de la institución, tiene 10 plantas y en otro terremoto de finales del pasado siglo quedó seriamente dañada hasta el punto de que tardó varios años en reconstruirse. Por eso ahora se temía que se viera afectada nuevamente. Aunque en Guadalajara todo pasó sin daños.

DOLOR Y SOLIDARIDAD / La tragedia en esta ocasión se ha centrado en torno a Ciudad de México, además de Morelos -lugar del epicentro- y Puebla, donde se ven por televisión terribles escenas de dolor, aunque también de solidaridad. El seísmo de 7,1 en la escala de Richter ha abrazado a todo el pueblo mexicano. Desde Guadalajara han salido para esos lugares toneladas de alimentos, mantas, detergentes, medicinas, sangre y todo tipo de ayuda. El terremoto del martes se ha cobrado la vida de 286 personas, según datos oficiales de ayer.

En Ciudad de México y en los demás lugares afectados tras el estruendoso seísmo hizo que el pánico cundiera entre los vivos tras los sonidos de desgarramiento que salían de los escombros. Cundió la historia de una niña desaparecida, llamada Frida Sofía, que nunca existió, aunque levantó la alarma de los rescatistas. Miles de personas esperaban que la muchacha, de 12 años, fuera sacada de entre los escombros del colegio Enrique Rébsamen, pero ella nunca existió. Sin embargo había allí una persona atrapada en el edificio. Se dijo que la niña estaba debajo de una mesa, que había movido una mano, que se había comunicado con una maestra. Pero el responsable de los trabajos de rescate dijo finalmente que allí no había niños atrapados. En ese mismo colegio se rescataron los cuerpos sin vida de 19 niños y de seis adultos.

Se da la circunstancia de que el mismo día 1985, hace 32 años, se produjo otro seísmo en México que dejó miles de víctimas mortales. Si ahora han muerto 286 personas, en aquella ocasión el terremoto se llevó la vida de más de 10.000. El epicentro de aquel seísmo fue en Michoacán (Guerrero), mientras que el de ahora se ha registrado en Morelos, aunque ha hecho el mayor daño en la capital del país. En este último estado han quedado afectadas más de mil viviendas, cincuenta de ellas totalmente destruidas. Edificios, carreteras y calles han quedado devastadas. El ejército, la policía, los servicios de rescate provenientes de varios países siguen trabajando duramente. Los expertos dicen que en esta ocasión los teléfonos móviles han salvado muchas vidas.

El seísmo del pasado miércoles se llevó, entre muchos otros, un edificio de oficinas en Guanajuato, en la avenida Álvaro Obregón, en la colonia Roma, donde aún esperan las familias a que se produzca el milagro y aparezcan los suyos de entre los escombros, que se detectaron cuando se comunicaron con ellos a través de los móviles. Unos rescatistas del ejército israelí introdujeron cámaras con tubos largos por entre los escombros para averiguar dónde estaban los supervivientes.

Morelos, Puebla y Ciudad de México son los escenarios del dolor. Mientras tanto se han cancelado partidos de fútbol, de béisbol, de baloncesto, actuaciones musicales de todo tipo, obras teatrales y toda clase de fiestas y celebraciones con el objetivo de que la policía y el ejército se centraran en el rescate.

La solidaridad ha llegado de España, Estados Unidos, Canadá, Japón y otros países, según anunció el presidente Peña Nieto. El país está colapsado. El Gobierno ha prometido levantar los edificios derrumbados y ayudar a las personas que se han quedado sin hogar. La desgracia ha caído sobre este bello país norteamericano tan vinculado a España por la lengua. No hay que olvidar que más de 130 millones de mexicanos hablan español y aman nuestra cultura y que este país estuvo estrechamente vinculado a España durante 300 años.