Detenido el engranaje administrativo, hasta los políticos, que más que mover frenan el progreso de México, se han ido estos días de vacaciones, dentro de las medidas adoptadas por la autoridad, ahora sanitaria, para frenar el avance de la nueva gripe. Los mexicanos, descreídos, tejen innumerables teorías sobre una epidemia que los mantiene en sus viviendas, frente a una televisión que parece llevar también mascarilla y con un presidente --Felipe Calderón-- que, según afirman algunos, "aprovecha la coyuntura para distraer a la opinión pública sobre su deplorable guerra contra el narcotráfico" y "busca reposicionarse en el imaginario colectivo, ya no como el Elliot Ness del combate al crimen, sino como el doctor House que los va a salvar del germen maligno".

Los mexicanos tienen razones para recelar de un sistema político que no ha conseguido cambiar las maneras y los vicios del régimen paternalista, corporativo y autoritario que se institucionalizó el siglo pasado. Y en vista de cómo van el desgobierno y los vacíos de poder, la guerra de las drogas y las crisis de todo tipo, el denostado Partido Revolucionario Institucional (PRI), que fue apartado del poder en el año 2000, amenaza con volver a alcanzar la mayoría en las elecciones del próximo julio. Y es que la política mexicana tiene tela.

Trepar y robar

La rige la llamada ley de Herodes: "o chingas o te jodes". Bajo ese lema, los funcionarios trepan y roban entre amigos y compadres. "No me des; ponme donde haya", es la frase tópica que define el acceso a los puestos de mando, el inicio de una carrera política, el enriquecimiento en cualquier caso. La formación y el currículo siempre pueden conseguirse efectuando un par de visitas a la plaza de Santo Domingo, donde estuvo la aduana y la inquisición, y ahora, detrás de los escribanos que desde siempre elaboran las cartas de amor de los analfabetos, docenas de imprentas clandestinas preparan actas, diplomas y títulos de todo tipo.

Sistema de castas

México mantiene un sistema de castas azteca aliñado con la peor picaresca hispánica. El político medra bajo frases como: "Hay que ser un cabrón, no un pendejo" o "El que no transa, no avanza". Transar es engañar, estafar, y cualquier mexicano pone como ejemplo de un transa a un político. "Los políticos se transan los recursos públicos, hacen transas con las iniciativas de ley, nos transan a nosotros y se embolsan todo lo que pueden", dice una joven. Son habituales exclamaciones como esta: "¡Pinches políticos mexicanos transas !".

La transición, como muestran ahora incluso las grabaciones de vídeo ocultas, no ha cambiado tanto una política que antaño se hacía en los burdeles. En la época, varios jerarcas, entre ellos el líder del gran sindicato oficial, dejaron de utilizar sombrero porque solían olvidarlo en las lujosas casas de citas con las alegrías que lleva el consenso. Ahora, los vídeos muestran a tecnócratas que reciben maletines y repiten la frase que evalúa el beneficio de las corruptelas: "¿De a cuánto toca?". O también la de las componendas: "¿Cómo lo arreglamos?".

La gente cree que los políticos se pasan "dos años para afianzarse, dos para preparar las transas y dos para robárselo todo". Y ya que el gran lema político es Sufragio efectivo, no reelección, todos buscan reacomodo en otros cargos o escaños al final del sexenio. Ese último es el Año de Hidalgo: chingue a su madre el que deje algo.