"Buenos días, soy el donante andaluz. Estoy aquí porque mi mujer se apagaba y quise darle una parte de mí. Después resultó que ayudándola a ella, se han beneficiado dos personas". Así se presentó ayer en el Hospital Clínic, de Barcelona, tras una mampara que lo convertía en un perfil sombreado, el marido de la enferma de Granada, que cedió su riñón a la paciente aragonesa.

A la misma hora, la mujer que desde hace una semana vive con el órgano del donante andaluz, expresaba por teléfono su alegría a EL PERIODICO: "Ha sido una experiencia única. Solo tengo palabras de agradecimiento para todo el mundo". Su marido tiene una pequeña cicatriz que toda la vida le recordará que uno de sus riñones se ha ido a vivir Granada.

"No me costó nada decidirme", prosiguió el donante andaluz en el Clínic. "Di el paso, me anunciaron que era incompatible con mi mujer y todo se me vino un poco abajo. Entonces, el médico me dijo algo extraño: que solo me quedaba en el banquillo, que aquello seguía su curso".

La mujer aragonesa explicó que a su marido lo han recibido como a un héroe los compañeros de trabajo. Destacó la generosidad de su compañero, aunque puntualizó que el beneficio del trasplante será para toda la familia. "El ya no tendrá que cuidarme", comentó. Si todo sigue como hasta ahora, esta pareja dejará atrás 11 años de sufrimiento, los mismos que tiene su hijo. En enero, los médicos del Hospital Servet, de Zaragoza, le advirtieron de que había llegado el momento de decidir: o diálisis o trasplante.

"No habrá problema, mi marido siempre ha querido darme un riñón", pensó la mujer. El resultado de las primeras pruebas fue todo un golpe. Los médicos, no obstante, les propusieron aguantar unos meses más con medicación la grave insuficiencia renal que padecía. Les informaron de que se estaba estudiando autorizar en España el primer trasplante de riñón de donante vivo pero con parejas cruzadas. "Tuvimos mucha suerte", rememora.