Tras comparecer el viernes ante el juez, Michael Jackson abrió las puertas del rancho Neverland, donde ya no habita, a sus anónimos admiradores, donde les ofreció "refrescos", tal como indicaba en las invitaciones que fueron repartidas a las puertas del juzgado de Santa Bárbara, en California. La decepción de los asistentes fue doble. No vieron el pelo a Michael Jackson durante la celebración, aunque sí a sus hermanos Janet y Jermaine. Y, además, miembros del grupo de fanáticos religiosos de la Nación del Islam, que han tomado el mando de la vida del cantante, registraban sin miramientos a los visitantes.