El diestro extremeño Miguel Angel Perera sufrió ayer una grave cogida durante la faena de muleta a su primer toro en la feria de Burgos que le afectó al muslo izquierdo.

El doctor Juan Manuel Aguado, cirujano jefe de la plaza de toros de El Plantío, recoge en el parte médico que Perera recibió una cornada "en la cara posterior del tercio inferior del muslo izquierdo, con una herida inciso contusa con trayectoria anterior de aproximadamente doce centímetros que produce desgarros musculares, rotura de venas colaterales y contusión del nervio ciático".

El parte médico concluye que el pronóstico es "grave", y detalla que "tras la intervención en la enfermería fue trasladado al Complejo Hospitalario de Burgos".

El extremeño, que sangró abundantemente, se resistió en un primer momento a pasar a la enfermería, intentando dar muerte al astado, y tras un primer pinchazo y posterior estocada se dejó finalmente conducir a la enfermería. Tras este percance, el festejo, tercera de abono de la feria de San Pedro y San Pablo, quedó en un mano a mano entre David Fandila El Fandi , que se hizo cargo del toro agresor, y José María Manzanares.

CRONICA DE LA CORRIDA La corrida era fácil sobre el papel, de toros cómodos por fuera y de mucha nobleza por dentro. Corrida que no empujó lo más mínimo quitando al descompuesto cuarto, que por no entregarse también fue el único que no dobló las manos.

No se explica el contratiempo del grave percance de Perera, cuando más seguro, más a gusto estaba toreando. Un toreo parsimonioso de acuerdo a las condiciones del astado, lento y suave, de inmaculada limpieza.

Aunque no era una estética de gran profundidad, entre otras cosas porque no había ajuste en las formas. Había muchas y muy claras ventajas para el torero, y por eso se entiende todavía menos la cornada. Pero al rematar una tanda por la derecha, el toro hizo un extraño y fue certero.

Perera no quiso darle importancia aun sangrando abundantemente. Y siguió en el ruedo desoyendo los consejos de las asistencias. Todavía antes de montar la espada se entretuvo en un par de pases que estaban de más. La sangre, muy escandalosa, anunciaba la gravedad de la cornada. Fue el suceso de la tarde. Aunque cuentan también con otro signo las dos orejas que arrancó El Fandi por entrega y pundonor.