TTtengo una amiga que pasó en Madrid su adolescencia y su juventud y nunca vio un famoso, pero desde que se ha trasladado a vivir a Cáceres, no para de codearse con lo mejor de lo mejor. Para empezar, es vecina de una ministra y cada fin de semana, su casa en la Sierrilla está rodeada de coches oficiales, de guardaespaldas y demás séquito. Para seguir, resulta que fue a Carrefour y cuando se quiso dar cuenta, estaba haciendo cola detrás de una Carolina Herrera embarazadísima que empujaba un carrito repleto de alcachofas, quesos de régimen y yogures de frutas. Es más, las señoras se le acercaban, le palpaban la tripa y opinaban sin rubor sobre su parto y ella, Carolina, se dejaba mimar y conversaba como si las conociera de toda la vida.

Pero la cosa no queda ahí porque resulta que los hijos de mi amiga van al mismo colegio que la hermanita del actor Alberto Amarilla, que a su vez acude a dicha escuela pública de vez en cuando. Y hay más, porque el parque donde juegan los hijos de mi amiga es el mismo donde se entretiene el niño de la actriz cacereña Maruchi León. Para acabar de romper los esquemas de mi amiga, su marido trabaja en el Múltiples y un buen día se encontró en los pasillos de Agricultura con el mismísimo Miguel Bosé, que acudía a tramitar subvenciones de sus fincas y ganados extremeños. El otro día contaba en la columna que las adolescentes extremeñas quieren irse a vivir a Madrid para conocer a famosos. A mi amiga le ha sucedido al revés: hasta que no se ha venido a Cáceres no se ha codeado con la jet .