La historia se repite. Escenarios y circunstancias similares que hacen temer el peor de los desenlaces. Sonia Carabante, la joven de 17 años desaparecida en la madrugada del pasado jueves en Coín (Málaga) continúa en paradero desconocido. Cerca de su casa, la policía ha hallado un mechón de pelo y un pañuelo manchado de sangre. Los agentes, además, han encontrado una toalla y una matrícula, que podría pertenecer al coche blanco que algunos vecinos aseguraron haber visto cerca de donde fue vista por última vez. Su nombre se une al de otras jóvenes desaparecidas en la comunidad andaluza.

Los cadáveres de Ana Elena Lorente y Rocío Wanninkhof fueron hallados días después de su desaparición, en Málaga. El caso de otra joven, María Teresa Fernández, aún está sin resolver. Precisamente ayer --cuando se cumplieron tres años desde que desapareció de su casa, en Motril-- se convocó una multitudinaria manifestación en la localidad granadina para que las autoridades no olviden el caso.

Más de un millar de voluntarios participaron ayer en las labores de búsqueda de Sonia Carabante, a quien se le perdió la pista cuando regresaba de la feria de su pueblo. Lo mismo les ocurrió a Ana Elena Lorente y a María Teresa Fernández.

Sonia --cuyos zapatos fueron encontrados llenos de sangre junto a su móvil y su bolso-- fue vista por última vez a las cinco de la mañana del jueves, cuando regresaba con una amiga de la feria del pueblo.

La amiga la dejó a unos 200 metros de su casa. Sus padres se dieron cuenta de su ausencia cuando, por la mañana, fueron a buscarla a su cuarto porque la llamaban unos amigos.