Transexuales, lesbianas, gays, bisexuales y también heterosexuales, que apoyaron el acto con su presencia, cerca de un millón de personas, según los organizadores, colapsaron el centro de Madrid para celebrar el Día del Orgullo 2003, con tres reivindicaciones muy claras: libertad, igualdad y respeto.

Desde que el 28 de junio de 1969 tuvo lugar en Nueva York la primera revuelta festiva y reivindicativa de este tipo, todos los gays y lesbianas del mundo celebran el Día del Orgullo , para pedir a la sociedad que luche "de manera activa contra la discriminación, bien sea en las leyes, en el trabajo, en la universidad, en la familia, en la escuela....", según recordaron al leer en la Puerta del Sol un manifiesto en el que acusaban al PP de no haber votado la reforma del Código Civil para el matrimonio de las parejas del mismo sexo.

"Nuestra lucha -señalaron- es una lucha a favor de la razón, de la dignidad de la personas, y del convencimiento de que la diversidad enriquece cualquier sociedad. Queremos acabar con la ignorancia, el miedo, la violencia, y un mundo donde la diversidad sea posible y donde amarse sea posible para todos y todas".

Cual cabalgata de Reyes Magos, el cortejo comenzó en las inmediaciones del Retiro -al mismo tiempo que en otras ciudades españolas celebraban sus actos festivos y reivindicativos- con derroche de tracas, pelucas, plumas, mucho tanga, chulazos musculosos, reinonas divinas, lamé y purpurinas, ángeles semicaidos, pseudomilitares, romanos, vaqueros, marineros, faldas escocesas, taconazos y plataformas, pareos, incluso calesas sevillanas y las inevitables banderolas del arco iris.

No hubo una reina de las fiestas en concreto, pero se erigieron como tales, en tres de los tronos de las treinta carrozas que desfilaron, Malena Gracia, Esperanza Roy y Alaska, que bailaron con los miles de asistentes al ritmo de la música. Porque eso sí, otro de los protagonistas del desfilé fue la música, desde el hip hop al dance, pasando por los temas de Operación Triunfo.

El recorrido de Retiro a Sol, que se prolongó durante tres horas, terminó en la plaza madrileña con la lectura del manifiesto y gritos de "esta batalla la vamos a ganar", mientras se escuchaba Over the rainbow .