Ella misma reconoce que es una mujer ecléctica, que lo mismo se preocupa por la situación de los enfermos de sida en el Tercer Mundo que por el último estreno teatral. Para demostrarlo, la ministra de Sanidad y Consumo, Elena Salgado, vuelve a salir en las páginas de Vogue, justo un año después del polémico reportaje que compartió con sus compañeras de Gobierno (a la derecha, ella, en las páginas de la revista de septiembre del 2004).

Salgado (a la izquierda, en un acto contra la droga, el mes pasado, en Madrid) en calidad de presidenta de la Asamblea Mundial de la Salud, concede una entrevista a una de las revistas de moda más importantes del mundo. Y, para no desentonar, posa con tres modelitos en plan Armas de mujer, la película sobre yuppies guerrilleras que protagonizaron Melanie Griffith y Sigourney Weaver. Polivalente, Salgado intenta cerrar heridas y, ante la pregunta de cómo se ha atrevido a conceder una nueva entrevista a Vogue, responde: "Si se refiere a las alusiones que siguen haciéndose de esta revista y las ministras del Gobierno, le diré que me parecen absurdas y completamente injustas".

El reportaje de las ocho top ministras (la mitad femenina del Gobierno de Zapatero posó con diferentes modelos en los jardines de la Moncloa tras el Consejo de Ministros del viernes) levantó críticas de casi todos los sectores sociales. Las feministas les cosieron el traje por "generar una imagen que no se corresponde con el trabajo de ministras"; Izquierda Unida, porque mostraron "poca sensibilidad"; los ecologistas, porque en alguna de aquellas fotos aparecían pieles de animales, y las mujeres del PP tildaron el reportaje de "frivolidad sin precedentes".

Salgado ni se inmuta. "Creo que no hay razón para discriminar a un medio que se preocupa por la salud de las mujeres, tanto de aquí como del Tercer Mundo", asegura en la entrevista que publica Vogue en su número de septiembre.

Además de temas relacionadas con sus cargos en el ministerio y en la Asamblea Mundial de la Salud, la entrevista aborda cuestiones personales. Cuando la periodista inquiere a la ministra sobre su aspecto de "pija", Salgado saca las garras de astracán. "Eso ya me pasaba cuando era adolescente. Llamaba la atención a algunas personas con una mentalidad unidireccional que me gustara la ópera y al tiempo fuera capaz de participar en una manifestación o firmar un manifiesto contra la dictadura".

"Más que una ministra pija, le presto atención a una concepción de la vida, que me parece que hay que hacer más agradable, incluso estéticamente", añade. Salgado recomienda el ejercicio y predica con el ejemplo. "A veces despacho con mis colaboradores paseando por el Retiro. Así me muevo yo y les obligo a ellos a moverse", explica.