El fotógrafo madrileño Roberto Villagraz (1951-2002) no pudo ver expuesta su obra elaborada a lo largo de un año debido a una muerte repentina, en la que cuenta en imágenes su experiencia vivienda en varios puntos de España conviviendo con personas con síndrome de Down en su vida cotidiana. De este trabajo de más de 2.000 fotografías, se han seleccionado 60 para una exposición que se puede ver hasta mañana en el patio noble de la Asamblea de Extremadura, en Mérida.

Son sesenta imágenes en las que se ven miradas, en las que se descubren preocupación, alegría, temor, esperanza, cariño...; esto es, expresiones y sentimientos normales en situaciones normales cotidianas, por lo que el espectador no encuentra nada extraordinario, sino que todo es casi demasiado banal, como se explica en los textos que acompañan a las fotografías, pero no deja indiferente al público, porque el autor ha sabido retratar lo que importa, lo que se ve si miramos más allá de la superficie.

Villagraz consigue con esta exposición que no se vea a estas personas con lástima, sino como lo que son, personas normales y corrientes en su ambiente natural: en el trabajo, en el colegio, divirtiéndose con los amigos, en casa, etcétera.

Esa sencillez es la que cautiva al espectador, la que le hace ver el mundo real de estos enfermos, en un lugar, el Parlamento, que esta semana ha recibido un premio por parte de la asociación que agrupa a estas personas por su labor de integración, ya que da trabajo a dos personas con esta enfermedad.

Como dice la leyenda de la exposición, toda una vida por delante de estas personas vista desde el ángulo de una cámara fotográfica magistral.