Las mujeres viajeras siempre han ejercido una atracción especial sobre Cristina Morató (Barcelona, 1961). Tras Viajeras intrépidas (2001), Las reinas de Africa (2003) y Las damas de Oriente (2005), en abril se publicará Cautiva en Arabia , un libro dedicado a una única viajera, la vasca Marga d´Andurain.

--A los 18 años usted quería ser corresponsal de guerra.

--Me atraía la idea, quizá porque tenía una falsa imagen, como si fuera un Indiana Jones. A los 18 años me fui a Centroamérica como fotógrafa. En Nicaragua, Honduras y El Salvador descubrí lo que era de verdad un corresponsal de guerra. Pude conocer de primera mano la fealdad de la guerra y vi que ya no quería ser corresponsal.

--La guerra es dura.

--Aquello fue mi bautismo de fuego, mi primer contacto con la injusticia social, la muerte y el dolor. Me abrió los ojos, pero también me demostró que estaba hecha para viajar.

--¿Usted es de las que se arriesgan?

--No me gusta el riesgo, no soy una aventurera, pero admito que soy muy curiosa y que a veces me lío en historias complicadas.

--¿Africa ha sido básica para usted?

--Mi primer viaje a Africa fue, en 1983, a Guinea Ecuatorial. Obiang acababa de derrocar a Macías. Llegué con el libro La tribu , de Manu Leguineche, y en Malabo un policía me gritó que estaba prohibido y me arrancó algunas páginas. Descubrí que en algunos países es mejor no decir que eres periodista.

--En 1985 se fue a Zaire.

--Allí no iba como periodista, sino como cooperante. Estuve casi un año. Fue mi experiencia africana más intensa. Aprendí qué es Africa más allá del tópico.

--Por lo visto, no le van los viajes plácidos por Europa.

--Como dijo alguien, lo dejo para cuando me jubile (se ríe). Antes de empezar con la artrosis prefiero ir a países donde se necesitan buenos reflejos. Mis sueños de niña eran la selva, el río Congo... Mis lecturas me llevaron allí.

--¿Y cómo se interesó por las viajeras del siglo XIX?

--Me hicieron un encargo para que contara mis experiencias como viajera y quise ver qué motivaba a mis antecesoras. Me fascinaron tanto, que al final hice el libro sobre ellas.

--Y fue un éxito.

--Se vendió mucho, pero a mí me gustan más los dos siguientes: Las reinas de Africa y Las damas de Oriente . En estos ya tenía claro lo que quería: romper el mito de la esposa abnegada del explorador. Ellas eran tan aventureras como ellos.

--¿En qué se diferencian?

--Los exploradores del XIX solían viajar patrocinados: llegaban a un lugar, plantaban la bandera y volvían cuanto antes. Era como una competición deportiva. Las mujeres, en cambio, viajaban para conocer y aprender. No tenían prisa.

--¿De qué va su nuevo libro, Cautiva en Arabia?

--En Siria me encontré con la historia de una mujer que me fascinó. En las ruinas de Palmira me hablaron de Marga d´Andurain, una vasca antigua propietaria del hotel Zenobia. Vivió allí en los años 20 y 30, espió para los británicos, intentó viajar a La Meca... Hay una leyenda que sostiene que fue amante de Lawrence de Arabia. Al principio pensé que era leyenda, pero a la vuelta localicé a su hijo, que ahora tiene 92 años, y me proporcionó un material excelente, tanto de textos como de fotos. El libro es una visión privilegiada de Oriente por parte de una mujer en los años 30.