Hace ya tiempo, mucho tiempo, que es imposible pintar el retrato de Estados Unidos con solo un color o dos. Lo que hasta ahora no había sucedido es que Miss EEUU, uno de los concursos que eligen al rostro --y también el cuerpo-- que supuestamente representa la perfección según los parámetros de belleza del país, diera un paso como el del domingo para ampliar la paleta.

Con la coronación de Rima Fakih, una joven nacida hace 24 años en el Líbano y representante de Michigan, una áraboestadounidense musulmana ha llegado por primera vez al olimpo nacional de las misses. Ya hay quien habla de un acontecimiento "histórico", por más que se pueda hacer difícil entender que la historia se escriba en los salones de un hotel-casino de Las Vegas, entre biquinis, vestidos de noche y espectáculo televisivo con el sello de Donald Trump.

Triunfo aplaudido

Es en la comunidad áraboestadounidense donde el triunfo de Fakih ha sido más aplaudido y considerado como un paso importante en un país que ha habituado a los miembros de esa comunidad, especialmente desde el 11-S, a miradas cargadas de recelo. "Este es el verdadero rostro de los áraboestadounidenses, no los estereotipos que se suelen oír", le decía al Detroit Free Press Zouheir Alawieh, un hombre de 51 años residente, como Fakih, en Dearborn (Michigan). "Tenemos cultura, tenemos belleza, tenemos historia y hoy hemos hecho historia. Ella ha creído en sus sueños".

Sí, el sueño americano pasa, a veces, por una pasarela. En ocasiones está a punto de tropezar, como le sucedió a Fakih el domingo por obra de la cola demasiado larga de un vestido de noche. Pero esta joven con estudios de Económicas --y que quiere volver a la universidad para titularse en Derecho-- una vez soñó con ponerse la corona, representar a EEUU en Miss Universo, vivir un año en un apartamento en Nueva York con los gastos pagados y recibir durante esos 12 meses un salario que no se hace público. Y su sueño se ha hecho realidad.

Con él llegan ventajas e inconvenientes. Entre las primeras, un altavoz para poder poner de manifiesto, sin palabras o con ellas, la diversidad del mundo musulmán. Fakih estudió en sus años en Queens (Nueva York) en una escuela católica; ha explicado que en su casa se respetan tanto esa fe como la musulmana, que sus padres siempre le han apoyado en su carrera como modelo y, en el apartado de su entrevista que se incluye en el concurso --donde a la finalista, Miss Oklahoma, le preguntaron por la ley antiinmigrantes de Arizona--, se mostró a favor de que los anticonceptivos estén incluidos en la cobertura médica.

Entre los inconvenientes puede contar con que su corona llegue acompañada de un intenso escrutinio de su vida. Ayer mismo ya circulaban como la pólvora las imágenes de un concurso en el que participó hace tres años, organizado por una radio de Detroit, en el que un grupo de profesionales del estriptís la consideraron la mejor en una barra. No se desnudó, pero sí posó con billetes en el escote.