TEts difícil gobernar sin dinero. Reflexiono sobre esta frase que me confió un hombre políticamente definido. Tenía razón. Es complicado gobernar cuando el presupuesto mengua porque son muchas las necesidades que atender y los recursos disminuyen hasta obligar al endeudamiento.

Tenía razón, pero es justo en estos momentos de extrema dificultad cuando más se pone de manifiesto la importancia de las ideologías.

En tiempos de bonanza, cuando nada parece empañar el futuro del bienestar colectivo, hay fondos para todo. Los ingresos son abundantes y permiten formar un colchón que nos ofrece seguridad ante una hipotética y coyuntural caída.

Así hemos vivido. Haciendo mil piruetas, trapecistas de una sociedad rica, mirando el mundo desde arriba, confiados en las manos que nos sujetaban tras el doble o triple mortal, convencidos de que si fallaban abajo estaba la red que nos aseguraría la supervivencia.

Esto se acabó. Las manos perdieron fuerza y comenzamos a precipitarnos como frutas maduras, rasgando la malla salvadora por el impacto de tantas caídas. Ahora así vivimos, a ras de suelo, sin nada que de nuevo nos impulse. Tenía razón. Es difícil gobernar sin dinero, con una red rota y un colchón espachurrado, pero insisto en la idea de que es justo ahora cuando de verdad se revela el significado de las ideologías. Antes, cuando dábamos alegres volteretas, a muchos parecía que unos y otros eran iguales, que en una sociedad capitalista lo mismo daba a quien votaras. No era así, pero así lo pensaban. Ahora la cosa ha cambiado.

Recuerdo una frase de Rodríguez Ibarra . Ir más despacio para llegar todos juntos y que nadie se quede en el camino.

Esa es la diferencia. Para eso sirven las ideologías.