Monroy, pueblo con un gran pasado histórico del que este año se conmemorara el setecientos aniversario de su fundación, tiene ya todo a punto para celebrar el 2 de febrero la fiesta de Las Candelas o de Las Purificás, con un gran arraigo entre los monroyegos que la celebran con gozo y alegría. Sin duda es una festividad muy entrañable para los habitantes del municipio cacereño.

Para ellos es un día muy significativo puesto que representa una de sus tradiciones más antiguas, conocidas y queridas en la localidad. De hecho, todo aquel que está fuera procura hacer un esfuerzo por venir a su pueblo y estar presente en el acto religioso de Las Candelas.

Una idea del arraigo y la importancia de esta fiesta la da el gran número de roscas de piñonate que hay ofrecidas y el mucho tiempo de espera que hay para poder presentarlas ese día.

Es muy difícil conocer el sentimiento y la intimidad de cada persona, pero si observamos la fiesta, vemos a la gente, el pueblo llano, el que no es fácil de encontrar asiduamente en celebraciones religiosas, ese día desea vivir el acto religioso con el fervor y la ilusión que le trasmitieron.

En la fiesta se puede ver a familias enteras, padres, hijos, abuelos y nietos que se emocionan al escuchar las coplas,nuevas para algunos, y con mucha nostalgia para otros.

En primer lugar el esfuerzo de las purificás para expresar con sus cánticos todo el pasaje de la presentación de Jesús en el templo para la circuncisión y la entrega de las ofrendas materializada en dos tórtolas o pichones.

También el ensayo constante y callado que tienen que realizar, tanto ellas como las personas experimentadas, para que todo, a pesar de los nervios, resulte perfecto. Igualmente merece la pena destacar el fervor con el que la gente escucha las coplas mientras desplazan a la Virgen y hacen la ofrenda. De igual manera resulta emocionante la presentacion a la Virgen, al final del acto religioso, de todos los nacidos en el año.

Convocatoria

La fiesta tiene un gran poder de convocatoria dado que todo monroyego que puede no deja pasar este día sin estar presente en su pueblo para celebrar con sus familiares y amigos esta antigua tradición.

La fiesta de las Purificás viene a recrear la tradición que recuerda el momento en que la Virgen, como judía que era, tenía que someterse a la ley de Moisés, por la que toda madre, tras dar a luz, debía acudir al templo a purificarse y ofrecer el hijo, realizar una ofrenda y someter al niño si era varón, a la circuncisión.

En la fiesta, el coro parroquial del pueblo de Monroy tampoco falta a su cita. Se canta por la calle, en la procesión, alrededor de la iglesia, con música de jota extremeña del Palancar y letra de María Teresa Gómez Cañamero.