¿Ha influido en las decisiones de la Academia lo que ocurrió el año pasado con las protestas de la comunidad afroamericana de Hollywood por la ausencia de nombres de raza negra en los Oscars? ¿De dónde ha salido Barry Jenkins, realizador de la película premiada (aunque él no ha ganado el Oscar al mejor director)?

Son preguntas surgidas al hilo de la victoria de 'Moonlight' y que tienen posibles respuestas. No así lo ocurrido durante la ceremonia, en su clímax final, cuando 'Bonnie y Clyde', Faye Dunaway y Warren Beatty, leyeron un premio equivocado en el que se daba como película ganadora a la esperada por todo el mundo,'La ciudad de las estrellas (La La Land)', y después la organización tuvo que rectificar. Un giro de guion inesperado. ¿Otro último y desesperado intento de boicot al cine afroamericano?

GIRO A LA IZQUIERDA

Hollywood es altamente influenciable. En los Oscars no se premian solo valores artísticos, sino que entran en juego motivos comerciales, cuestiones ideológicas y polémicas varias. 'La La Land', un musical romántico, lúdico y edénico (pese a su final triste), cubría las esperanzas blancas. Pero en tiempos de crisis económica, política e institucional, con Donald Trump en la Casa Blanca (también), el ala más progresista de Hollywood giró hacia la izquierda para darle el Oscar a un filme estrictamente afroamericano que habla de los problemas de la raza negra en Estados Unidos omitiendo la figura del blanco.

'Moonlight' no es una película sobre el racismo, sino queprefiere dar entidad a la población afroamericanamás allá de la diferencia en el color de la piel, algo significativo teniendo en cuenta la tendencia a ensalzar películas sobre los derechos civiles o el 'apartheid'. Pero resulta obvio que la polémica surgida el año pasado ha condicionado la concesión de estos galardones. También ha ganado Viola Davis por 'Fences' y 'Moonlight' se ha llevado dos estatuillas más. 'Figuras ocultas', por el contrario, no ha obtenido nada, y el título en teoría más radicalizado del lote, 'El nacimiento de una nación', quedó fuera de las nominaciones por motivos extracinematográficos, al salir a la luz la denuncia por violación que pende sobre su director, Nate Parker, desde hace 17 años.

Todo ello no invalida en absoluto los valores de 'Moonlight': notablecontención dramática, realismo sucio sin resultar sórdida, compendio temático (drogas, orfandad, 'bullying', conflicto de identidad sexual) y partición en capítulos que pertenecen a la infancia, adolescencia y edad adulta de su protagonista.

HABLAR DE LO QUE CONOCES

¿Y Barry Jenkins? Un independiente con solo dos largometrajes en su haber, 'Moonlight' y 'Medicine for melancholy' (2008), y varios cortos y divertidos trabajos de carácter doméstico que pueden verse en su canal vimeo.com/barryjenkins. Un desconocido que habla de lo que conoce (como el protagonista del filme, nació en Miami y fue criado por otros debido a los problemas y separaciones de sus padres) y lo hace con estilo personal. Y que anuncia como próximo proyecto la adaptación de un cómic de Will Eisner, 'Contrato con Dios'. Alguien a seguir, sin duda.

Del grupo de filmes afroamericanos oscarizables de este año, 'Moonlight' es el mejor con mucha diferencia. Su carrera hasta llegar a la cima ha sido tan prudente como concienzuda: presencia en festivales de prestigio (Telluride, Londres), premio del público en el certamen de Chicago, Globo de Oro a la mejor película dramática y varios premios de asociaciones de críticos. En el año de 'La La Land', su reverso en toda regla (blancos y negros, luz diurna frente a luz de luna, romance contra identidad sexual, cine de gran aparato frente a cine independiente) ha salido victorioso. Pese a la rebelión de los sobres de la Academia.