Las carreteras de Tejas tenían que haber sido la vía de escape ante la llegada de un huracán Rita que da miedo. En cambio, se han convertido en una trampa mortal. 24 ancianos murieron ayer cuando explotó el autobús que les evacuaba junto a otros 14 pacientes de un asilo de Bellaire, un suburbio de Houston.

Y eran las carreteras y arcenes las jaulas de asfalto donde miles de ciudadanos que siguieron órdenes y recomendaciones de evacuación quedaron atrapados. Les paralizó la sequía de gasolina. Pero les embarrancó también la lenta reacción de las autoridades. Aunque la respuesta en Tejas inicialmente pareció enmendar muchos fallos cometidos ante el Katrina , tardó poco en acumular su propia letanía de errores. El presidente, George Bush, anuló su visita a Tejas para no interferir en el rescate, dijo la Casa Blanca, y se fue a Colorado Springs, donde está el mando central de la Defensa Aérea.

La explosión del autobús en la I-45 fue el culmen de 24 horas de pesadilla vividas en las carreteras de salida, rutas por donde se calcula que más de 2,5 millones de personas intentaron su éxodo en coche hacia el norte y el oeste para encontrarse con retenciones de hasta 150 kilómetros.

Los ancianos habían sido evacuados con un plan privado. Llevaban 15 horas en el autobús y, a las siete de la mañana, se encontraban a 21 kiló metros de Dallas. Según las primeras investigaciones, un fallo en los frenos provocó un incendio en el autobús que, lleno de botellas de oxígeno de los ancianos, explotó. El conductor logró sacar a algunos ocupantes con la ayuda de otros conductores. El tiempo se agotó y el bus quedó reducido a un esqueleto metálico con 24 de los ancianos dentro.

El accidente empeoró los atascos en la I-45. Como otras rutas, se convertía en lo que el alcalde de Houston, Bill White, definía como una potencial "trampa mortal". Miles de personas se enfrentaban a la posibilidad de tener que soportar el azote de vientos y agua huracanados en la carretera. Los aparcamientos de grandes superficies se convirtieron en refugios al aire libre.

Aunque las quejas ocupan aún un segundo plano ante la llegada del Rita laten ya, listas para explotar. La principal es la falta de previsión sobre lo masiva que sería la evacuación y la ausencia de un plan adecuado para abastecer gasolina. Nadie da razones, tampoco, de la inexplicable tardanza en abrir en sentido contrario vías.

El coordinador del centro de Operaciones de Emergencia de Tejas, Jack Colley, admite que el número de coches les pilló por sorpresa, aunque cerca de 5,2 millones de personas vivan en la zona metropolitana. "El número de gente, la cantidad de coches, el nivel de cumplimiento de las órdenes de evacuación... Hay cosas que no puedes predecir", dijo Colley, quien prometió abastecer de gasolina a los afectados.

PLAN PARA REPOSTAR El plan para hacerlo era, sobre el papel, intachable: al amanecer, dos camiones cisterna de la Guardia Nacional salían de Austin para repartir 40.000 litros de combustible en la I-45, la 59 y la 290. Había un acuerdo con la asociación de petroleras para transportar 750.000 litros de gasolina de Exxon Mobil, y helicópteros de la Guardia Costera llevaban por aire combustible a 11 puntos para rellenar 100 camiones que repartirían gasolina.

Mientras, quienes decidieron quedarse en Houston vivían ayer en una ciudad fantasma con problemas serios de abastecimiento de gasolina y de provisiones. Muchos de ellos eran evacuados de Nueva Orleans que no tenían ni medios económicos ni fuerzas para otro éxodo. Algunos decidieron hacerse fuertes en hoteles que intentaban cerrar por el riesgo de inundaciones. Mientras, en Nueva Orleans, las primeras lluvias rompieron otra vez los diques.