La muerte por disparos del marroquí Mohamed Zoubir en el perímetro fronterizo que separa España de Marruecos en abril del 2004 sigue sin aclararse. Aquel joven de 23 años era uno de los miles de porteadores magrebís que llegan a Ceuta a comprar mercancías para luego pasarlas a su país. En uno de esos viajes, Zoubir no pudo llegar a su destino, ya que la Guardia Civil reconoce que lo detuvo y lo devolvió a Marruecos a través de la valla, aunque niega que sus agentes le tirotearan. La familia del fallecido, cuyo cadáver apareció a pocos metros de donde fue expulsado, llevó el caso al juzgado de Ceuta, pero el proceso es un laberinto sin fin.

Los primeros meses del 2004 eran malos para pasar bultos por la frontera española del Tarajal ante las dificultades que ponían las autoridades marroquís. De ahí que los porteadores no tuvieran más remedio que utilizar los ocho kilómetros de perímetro fronterizo para introducir su mercancía lanzándola por encima de la valla y ganarse unos tres euros por paquete.

En ese tiempo, los enfrentamientos con la Guardia Civil eran constantes. Los primeros lanzaban piedras contra los agentes y estos usaban material antidisturbios para dispersarlos. La madrugada en que falleció Zoubir se produjo un enfrentamiento de esas características, aunque la Guardia Civil se desmarca de cualquier relación con la muerte.

Tras la demanda judicial de la familia, el titular del juzgado de Ceuta llamó a declarar a los agentes que estuvieron de servicio aquella noche, y ninguno admitió que se efectuaran disparos. La policía científica revisó los vehículos y no halló sangre, por lo que no hubo ningún imputado.