Los numerosos, variados y creativos trabajos de rescate contrastaron ayer con algunos actos de repudio a las autoridades y, sobre todo, con cuestionamientos a los gobernantes de México por una desagradable sorpresa: entre los edificios de la capital derrumbados o a punto del colapso, se encuentran algunos que fueron construidos bajo los estrictos reglamentos de 1987, impuestos precisamente para garantizar la resistencia ante movimientos telúricos como el que anteayer sacudió el centro del país.

Protección Civil informó ayer de un total de 225 fallecidos, recuento que continuaba ascendiendo a la hora de cerrar esta edición. De esa cifra, 94 correspondían a la capital mexicana; 71, a Morelos; 43, a Puebla; 12, al Estado de México; 4, a Guerrero, y uno, a Oaxaca. A lo largo de la noche, mientras continuaban los trabajos de rescate, los albergues fueron ocupados por miles y miles de personas, de las cuales la mayoría no habían perdido sus casas por derrumbe o colapso, sino que rehusaban a sufrir un insomnio preocupados porque el techo se desplomara sobre ellos: se impuso el temor a las réplicas, que los capitalinos conocen bien porque, 36 horas después del terremoto de 8,1 grados Richter que destruyó la ciudad en 1985, vino otro de 6,5 grados, que sembró el pánico.

SOCIEDAD CIVIL / Las previsiones resultaron insuficientes: organizaciones y grupos de vecinos tuvieron que improvisar sitios para acomodar a quienes no hallaron lugar en los espacios oficiales o les quedaban muy lejos; de la misma forma, montaron comedores o adaptaron sus vehículos para servir como tales y trasladarse adonde había hambrientos, tanto voluntarios como cualquier tipo de civil; también se ofrecieron para suplir el servicio de transporte público donde quedó suspendido; lugares pequeños, como el Café de Raíz del escritor Mardonio Carballo, ofrecieron comida y bebida gratuitas a quien se presentara. Se pidió liberar las redes de wifi, para que quienes estuvieran atrapados pudieran enviar mensajes; bajo el hashtag #revisamigrieta, ingenieros se pusieron a disposición de quien subiera fotos de sus daños a Twitter para hacerle una valoración provisional, y elaboraron carteles para redes sociales donde explicaban lo más elemental del tema; grupos de profesionales recolectaron brocas de cemento y herramientas especializadas para repartirlas en los sitios donde se requerían instrumentos más complicados; conscientes de que falta ayuda en poblaciones como Jojutla, otros reunieron víveres y los llevaron allá.

GOBIERNO INSULTADO / Ante la movilización espontánea de la sociedad, parte de la iniciativa privada siguió el ejemplo: cadenas de restauración y compañías de telecomunicaciones colocaron servicios gratis a disposición del público, e incluso regalaron viajes empresas que proveen transporte privado mediante apps para móvil, como Cabify, envuelta en un escándalo por el reciente secuestro, violación y asesinato de una pasajera de 19 años a manos de uno de sus chóferes, y por su negativa a admitir errores en sus procesos de reclutamiento y a asumir su responsabilidad.

Ante este despliegue, la pregunta es: ¿y el Gobierno dónde está? Su respuesta no ha sido tan débil como la del gobierno del presidente Miguel de la Madrid, en 1985, cuando las autoridades de la ciudad eran designadas por él y, ante el vacío, fue también la sociedad la que se encargó del rescate.

DEMORA INSTITUCIONAL / Pero han transcurrido 32 años a la espera del siguiente terremoto, y de nuevo abundan las demoras y las insuficiencias, y se acrecienta la molestia con el desempeño del presidente Enrique Peña Nieto. «¡A trabajar! ¡Lárgate de aquí!», e insultos de mayor calibre le gritaron a su ministro de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, decenas de rescatadores voluntarios en el edificio de las calles Bolívar y Chimalpopoca, que obligaron al político a tener que marchar bajo la protección de granaderos (antidisturbios).

Osorio Chong aspira a suceder a su jefe en la Presidencia, y a otros de sus cercanos a candidaturas en las elecciones del 2018.

Por eso llama la atención que la cuenta de Twitter @PcSegob, de Protección Civil, emita pocos mensajes propios y se dedique, sobre todo, a retuitear los de Peña Nieto, de Osorio Chong y de su titular, Luis Felipe Puente, quien da de manera personal las informaciones -como las cifras de fallecidos- que le corresponden a su institución y que medios de comunicación y ciudadanos necesitan.

Lo que más lacera, sin embargo, es el derrumbe de edificios relativamente nuevos, algo que nadie esperaba que sucediera y que, a muchos ojos, no puede ser justificado. Roberto Hernández, director de Los Topos, un grupo de rescatadores creado durante los trabajos del terremoto de 1985, no imaginaba verlo otra vez: «Estamos muy avanzados (en leyes)», aseguró. «El problema es la corrupción».

El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, decretó ayer tres días de luto nacional por las víctimas del terremoto del martes. La búsqueda de sobrevivientes, mientras tanto, continúa en las zonas afectadas.