Hasta las cinco de la madrugada de ayer permanecieron en vilo los vecinos del barrio de las 200 Viviendas de Roquetas de Mar (Almería) después de que la muerte de un senegalés por un asunto de drogas acabase en una brutal trifulca con una familia gitana. Los compatriotas del fallecido se tomaron la justicia por su mano y quemaron la casa del presunto agresor, que al cierre de esta edición aún era buscado, e impidieron la actuación de los bomberos. La Guardia Civil mantenía anoche un dispositivo en el barrio para evitar más altercados. Pese a las llamadas a la calma de las asociaciones, muchos subsaharianos piden venganza.

El incidente se produjo sobre las 21,30 horas en unas viviendas sociales ocupadas mayoritariamente por inmigrantes (sobre todo subsaharianos y rumanos), en las que no se habían registrado graves altercados entre etnias. Unos senegaleses discutían con traficantes de droga gitanos y O.K., de 28 años y que residía desde hace tres en España con su mujer e hijas, trató de mediar. En ese momento, uno de los traficantes sacó un cuchillo, le dio varias puñaladas, y huyó.

La noticia corrió como la pólvora entre el colectivo de subsaharianos, que decidieron tomarse la justicia por su mano. "La ambulancia tardó en venir, y cuando llegó estaba muerto", resumía después un compañero de la víctima. "No queremos a la Guardia Civil, solo que maten a este hombre", incidió.

Un numeroso grupo de inmigrantes fue a la casa donde residía el presunto agresor, confiando en que estaba allí. Los ánimos se fueron caldeando y decidieron incendiar la vivienda y la de un familiar, puntos habituales de venta de droga, según explicaron los vecinos. Y comenzó una batalla campal que atemorizó al vecindario. Los inmigrantes organizaron barricadas y prendieron fuego a contenedores para tratar de impedir el acceso de los bomberos. "Fue como una emboscada, porque acabamos acorralados y con los subsaharianos tirándonos piedras y botellas, incluso desde los tejados", relataba un bombero.

ACTUACION POLICIAL Hasta 60 antidisturbios acudieron para abrir paso a los bomberos. La oleada de violencia, que concluyó sobre las cinco de la madrugada, se saldó con cuatro subsaharianos detenidos por resistencia a la autoridad y desorden público, mientras que tres agentes resultaron heridos leves por las piedras y las botellas. Dos turismos, seis coches patrulla y dos vehículos de bomberos sufrieron desperfectos.

Los subsahariano dijeron ayer a Efe que nunca han mantenido disputas en la zona, y que los altercados responden "al nerviosismo y al dolor" por la muerte de "un inocente".