El 8-M llegó con buenas noticias para la mujer en Algeciras (Cádiz), que dejará en breve de ser el único puerto de España donde la manipulación de mercancías no habla en femenino. Las empresas de estiba han abierto una bolsa de trabajo eventual en la que, por fin, una veintena de mujeres han pasado el proceso de selección como estibadoras. Se trata, sin embargo de una victoria agridulce para el colectivo de mujeres, que lleva años denunciando este bloqueo, y que comprueba ahora que ninguna de ellas ha sido escogida en respuesta a sus denuncias públicas.

La noticia llegaba pocas horas antes de que se celebraran las masivas movilizaciones feministas a lo largo y ancho del país denunciando la discriminación laboral. Según un comunicado de la empresa, “las necesidades de personal portuario” hicieron que, en este momento, las sociedades de estiba del Puerto de Algeciras abrieran una bolsa de trabajo -a través de una empresa de trabajo temporal- para 460 empleados eventuales. Un grupo de trabajadores que “por primera vez contará con presencia de mujeres”, por lo que tras pasar el proceso de formación en las distintas especialidades se incorporarán pocas semanas a los puestos de trabajo.

“Estamos muy contentas de que por fin se haya derribado esa barrera de discriminación y que la igualdad de género llegue a la estiba de Algeciras”, explicó Raquel Saavedra, portavoz de la Plataforma Mujeres Estibadoras. “Nos sentimos muy orgullosas de este logro” que celebrarán el fin de semana, pero que sin embargo tiene un poso agridulce porque las integrantes de la asociación no han pasado la selección. “Seguimos estando vetadas; sabíamos que iba a ocurrir, por lo que no nos ha traumatizado tanto”, insiste, subrayando que en cualquier caso su reivindicación no iba tanto por la defensa de sus propios derechos como “por los derechos de las mujeres de Algeciras, por nuestras hijas y quienes entendían que pedíamos algo justo”.

Rechazo a sus currículos

Ellas fueron quienes iniciaron la lucha en noviembre del 2014. Hijas, mujeres, hermanas de estibadores, comprobaron con asombro cómo entre la plantilla de más 1.800 trabajadores del sector en el principal puerto español no había ninguna mujer. Y ellas estaban en paro en una de las comarcas con las tasas de desempleo más altas de Europa. Decidieron ir a echar sus currículos, y las recibieron con sorna, ofreciéndoles un listado de empresas, fuera del recinto portuario, más en consonancia con su género, narró Saavedra entonces a este periódico.

A partir de ese momento comenzó una lucha pública de decenas de mujeres por incorporarse al manejo, descarga y carga de contenedores en los grandes buques que llegan al Estrecho. Unas tareas mecanizadas que aseguran podrían hacer igual que sus compañeros masculinos. Enfrente encontraron apoyos, pero también muchas críticas de un colectivo muy cerrado, masculinizado y poco dispuesto a compartir su parte del pastel de unos sueldos no elevados pero sí bastante dignos para la media de la zona. Y a los que las mujeres del colectivo no entendían por qué no podían aspirar.

La respuesta oficial que encontraron siempre fue que en esos momentos no había abierto ningún proceso de selección, por lo rechazaban recoger unos currículos que tuvieron que dejar vía burofax. En plena polémica por la liberalización de la estiba y la amenaza de multa de la UE, elevaron el tono de sus protestas al conocer que se estaban abriendo bolsas de trabajo para reclamar el acceso en igualdad de condiciones que los hombres. Y finalmente lograron que la barrera cayera.

Pero las que la han traspasado han sido otras; según señala Saavedra, familiares de los estibadores pero sin vínculos con su plataforma. Ella siempre denunció el “nepotismo” entre la plantilla, “un enchufismo al que ahora también ha llegado la igualdad”, ironiza. “Siempre lo dijeron, que entrarían todas menos nosotras”, y lo atribuye a una suerte de venganza por haberles empujado a abrirse a las mujeres, “porque no nos quieren allí”, como demuestran los desplantes, amenazas e insultos que han tenido que soportar durante este tiempo, y especialmente ella al ser la cara más visible.

"No íbamos a cejar"

De hecho, en una de las reuniones llegó a sugerirles a las más de 250 integrantes de la plataforma que si de verdad querían o tenían necesidad de entrar en la estiba, dejaran la asociación “porque las que estuvieran a mi lado lo iban a tener más difícil”. Muchas siguieron su consejo, “pero no estoy enojada, cada una tiene sus necesidades”. Sí se apena por haberles cerrado el paso a quienes se mantuvieron a su lado, con la calificación necesaria y a las que, asegura, ni siquiera se ha llamado. “Lo sabíamos, pero no por eso íbamos a dejar de luchar por la igualdad de género”.

Por ese motivo, Saavedra, que reivindica que estaba predestinada para esta lucha por haber nacido precisamente el 8 de marzo, ya se está organizando para tirar ese nuevo muro que han encontrado. Así, afirma que se está asesorando con abogados y empresas para ver la posibilidad de tomar medidas contra ese “castigo” al que las han sometido. "Algo se podrá hacer”, confía.