Julia Isabel tiene 39 años y es sordomuda, pero su discapacidad no le impide aprender a manejar la voluminosa maquinaria de confección industrial que invade una de las naves del Polígono Los Rosales de Coria. Junto a Isabel, su compañera María Jesús, con cuatro hijos y desempleada, no desvía su atención de la tela que sujeta con sus manos mientras se prepara para pisar el pedal de la remalladora. "Estoy en el paro y cuando me dijeron lo del curso, no lo dudé", confiesa mientras mantiene el pie sobre el pedal. "Aquí lo más complicado es enhebrar el hilo, pero lo demás es pisar y pisar", añade.

Ambas forman parte de las 15 mujeres que durante cinco meses se formarán en confección industrial y de las cuales tres llegarán a ser contratadas por las promotoras de este curso e impulsoras de la Cooperativa Más Allá Textil. "Necesitamos más mano de obra para las temporadas de verano e invierno y decidimos nosotras mismas formar a nuestras futuras trabajadoras", explica Argeme García, una empresaria de Coria, que se adentró en esta aventura de crear una cooperativa junto con su hermana Ascensión, que reside en Valrío, y una amiga, Francisca Martín, vecina de Torrejoncillo y, sobre todo, "contamos con la ayuda del programa Proface y de Adesval", puntualiza.

Las tres mujeres emprendieron un nuevo camino en el año 2005. "Cada una pusimos 18.000 euros y nos va muy bien, cada vez tenemos más pedidos", aseguran. Una gran demanda que se hace visible cuando uno entra en el taller y ve a Argeme, Ascensión y a Francisca junto a las 15 mujeres -alumnas- entre patrones, centímetros, telas, hilos y pesadas máquinas envueltas de un estrepitoso vibrar que solo cesa a la hora del bocadillo.

En estos días, además de aprender, tienen otro objetivo: cortar y confeccionar 500 trajes que una vez embolsados y etiquetados viajarán hasta el Ayuntamiento de Logroño para vestir a los trabajadores municipales. "Normalmente los encargos nos los hacen a través de la fábrica de Plasencia que nos envían la tela y nosotros la trabajamos", explica Argeme.

Una máquina de coser plana, una remalladora, una ojaladora, una presilladora, una botonadora y máquinas de dos agujas es lo que cada alumna aprenderá a manejar. "Yo el primer día no tenía ni idea, al principio cuesta un poco, pero como en todo al final se aprende", comenta Yolanda Caldera, una auxiliar administrativa que a sus 35 años y en paro no ha dudado en apuntarse al curso como una posibilidad más para acceder al mercado laboral. De momento, solo tres de las 15 mujeres serán contratadas, pero quién sabe si con el tiempo la cooperativa demandará más mano de obra y más aún cuando en su agenda ya tienen anotados encargos de dos empresas, una de Coria del sector de la limpieza y otra de Moraleja de la construcción.