Algún sociólogo laboralista debería estudiar el fenómeno de las supermodelos de los 90. Mientras sus colegas se jubilan antes de los 25, la generación de las tops más tops sigue en la primera fila de las pasarelas. La Fashion Week de Nueva York, por ejemplo, tiraba ayer de veteranía. A sus 34 años, Naomi Campbell paseaba su madurez de ébano en una creación de Heatherette para el próximo otoño-invierno.