Los tres habitantes de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) se adentraron el pasado miércoles en un mundo nuevo, más allá de lo que ningún otro astronauta había ido nunca: se bebieron su propio orín y sudor, reciclados en agua limpia y apta para el consumo.

Parece una simple anécdota, pero el brindis, realizado gracias a la tecnología de la NASA, permitirá que la población de la ISS se multiplique hasta llegar a seis y puedan establecerse puestos de avanzada en la Luna y Marte, algo hasta ahora complicado por el elevado coste que supone transportar agua desde la Tierra.

"Salud", dijeron el comandante de la estación, Gennadi Padalka, el ingeniero de vuelo Michael Barratt, el astronauta Koichi Wakata y los trabajadores del centro de control de Houston justo antes de ingerir la bebida, mezcla de sus micciones, sus exudaciones y la condensación del aire exhalado. El sistema para reciclar orín, que ha costado 180 millones de euros, llegó a la ISS en el transbordador Endeavour el pasado noviembre.