De acuerdo con el último inventario forestal, en España hay algo más de 15 millones de hectáreas de terreno que albergan unos 6.000 millones de árboles. O sea: 135 árboles por habitante, una cantidad que quizá puede parecer un exceso. Sin embargo, si esa magnitud se compara con las emisiones españolas de dióxido de carbono a la atmósfera, la conclusión de los expertos es que hay que doblar la superficie arbolada para neutralizar sus efectos.

La sentencia fue trasladada ayer al auditorio del Primer Encuentro Internacional de Amigos de los Arboles, celebrado por el naturalista y prolífico escritor de tema medioambiental Joaquín Araújo. Antes, la ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, había reconocido que "el cambio climático no ha estado presente en la agenda política" hasta la actual legislatura porque se creía que el protocolo de Kioto "llevaba a la ruina a la economía española". Fruto de esa herencia, "España es uno de los países donde más han crecido las emisiones que causan el efecto invernadero", dijo.

En apariencia, la situación forestal española "es buena", pero solo en apariencia, recalcó Jaoquín Araújo. Esa impresión optimista se fundamenta en que España es uno de los pocos países del mundo donde en los últimos 20 años se ha producido un incremento de la superficie arbolada, que ha pasado de 13 millones de hectáreas a 15 en la actualidad.